¡Por fin he llegado a Menorca!

Cuantas veces he dicho esta frase en mi vida…

Cuantos recuerdos me trae esta isla…

Cuanto amo sentirme conectado con la tierra del “poc a poc”…

Este lunes vuelvo a Montserrat para poder transcurrir una semana de meditación y retiro antes del gran día del lanzamiento del curso de teatro emocional que estamos ultimando en sus detalles con mucho Amor y Alegría junto a Ariel y a todos los especialistas que están aportando contenidos de alta calidad a este proyecto que ya es realidad.

Pero antes de preparar las maletas para ir a la montaña sagrada, haré un paso atrás en mis recuerdos…

Y así como por magia mi corazón vuelve al sitio donde mi alma quiere volver…

Porque seguramente un día como lo de hoy volveré a decir:

¡Por fin he llegado a Menorca!

Después de las vacaciones de Navidad entre Roma y Málaga, como tenía calculado, llegué a Menorca el 4 de enero, a las 07 de la mañana, al puerto de Ciutadella.

Roma y Málaga me han dado grandes emociones que no quiero juzgar ni tachar de “Positivas” o “Negativas”.

Lo que entendí es que tengo que aceptar lo que es.

Ahora es el momento de vivir el momento y dejar ir lo que no suma, lo que no puedo cambiar.

¿Qué mayor tontería podrías hacer no aceptando lo que es?

La familia, los amigos, y cada instante vivido han dejado en mí una huella imborrable antes de dejar la península.

Una infinidad de eventos sincrónicos con grandes mensajes relacionados.

Cuánta magia noté a mi alrededor para poder inspirar esta historia que parece comenzar ahora, aquí, en este momento…

Todo estaba preparado para llevarme aquí a Menorca.

Fue el preludio para poder vivir esta nueva aventura.

La segunda oportunidad…

Estoy aquí para dedicarme a sanar mi alma y seguir escribiendo, solo esto.

La mañana del 3 de enero me despedí de Doriano en el aeropuerto de Málaga con una sensación increíble.

Doriano y su Familia me han mimado mucho y siempre estarán en mi corazón.

Ellos los considero mi familia malagueña.

Amore puro…

En los días andaluces de nochevieja habían sucedido hechos surrealistas, así como en Italia había sentido emociones que me llevaron a sentir el corazón de mi hermano cerca del mío por primera vez durante una Nochebuena muy especial.

Era obvio que el proceso estaba comenzando.

La magia empezaba a manifestarse con claridad…

Llegué a Barcelona a las 17.00 horas, llené Blanca, mi viejo Cabriolet, con todas las maletas que habían quedado en casa de Esther y nos pusimos a charlar antes de la inminente salida.

A las 22.00 horas tenía el barco por Menorca.

Saludo a mi querida amiga y me dirijo al puerto de Drassanes.

Tenía un poco de retraso, pero no me preocupaba porque había tiempo suficiente…

Pero de repente, como en el peor guion de una película, llegado al centro de Barcelona y en el momento menos oportuno, ¡¡¡se pincha una rueda de Blanca!!!

Y lo peor era que me encontraba justo en la hora de máximo tráfico de la ciudad…

En estos instantes de pánico, la posibilidad de perder el barco se hacía cada segundo que pasaba más probable.

Mi barco de la esperanza…

Intentando mantener la calma, con falsa paciencia salí del coche y comencé a cambiar la rueda.

Eran las 8:30 p.m. y todavía no había hecho el check in en el puerto y mi barco salía a las 22:00 p.m… 

¿Quieres saber cómo continúa esta aventura?

De repente dos chicos cuarentenos con acento andaluces salieron de la nada y sin dudarlo mínimamente empezaron a ayudarme.

¡En veinte minutos habíamos cambiado la rueda!

¡Increíble!…

Aún más desconcertante fue cuando intenté darle una propina de 10€ y uno de los dos los rechazó al instante, respondiendo con un claro acento andaluz:

No lo hicimos por esto, la vida ya se ocupará de agradecernos de alguna manera.

Y desaparecieron.

Quizás eran dos ángeles de la tierra.

Que pase esto en una ciudad como Barcelona es algo que nunca olvidaré.

El caso es que llegué justo a tiempo y logré subir en ese barco.

Otra increíble señal de la Vida…

No tenía duda, la aventura estaba comenzando.

No sé cómo lo he conseguido, pero ¡por fin he llegado a Menorca!

A partir de ahora quiero centrarme solo en los momentos que llenan de alegría mi corazón y me transportan en el presente con una sensación de felicidad.

¿Cómo sería mi vaso al final del día si lo lleno de mis pensamientos?

Quiero poder llegar a llenar mi vaso solo de pensamientos positivos.

¡En Menorca quiero empoderarme!

Hay un mensaje que viene fuerte junto con el viento de tramontana dentro de mí.

La isla quiere comunicarme algo importante para poder cambiar mi vida.

Suelta y confía.

Confiar en mí mismo como los navegantes confían en la Luz del faro.
La única persona que puede llegar a conocerme verdaderamente soy yo.
Nadie puede otorgar el valor que tienes de ti mismo.
Y por tanto no depende de otros factores, de situaciones externas, de otras personas.
Nadie me podrá dar o quitar mi magia porque el verdadero milagro ya está en mí.
Yo soy el Amor que estoy buscando.
Yo soy el guía que me ha acompañado en la isla de los 5 faros…

Incluso cuando la vida parece dejarme sin opciones, también cuando el camino parece no tener salida o cuando el mundo parece darme la espalda…

¡Nunca me rendiré!

Nunca pararé de confiar en la Vida.

y…¡Por fin he llegado a Menorca!

Paolo Girelli

Foto de Bruno Mottola.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *