Bulimia y anorexia van de la mano
La bulimia y la anorexia van de la mano, puesto que los dos son trastornos alimenticios graves. Cada una llega de formas distintas y ataca de maneras diferentes, pero destruyen por igual a las personas que las padecen. Poco se habla de un trastorno de la alimentación que sufren más de 350.000 personas solo en España. No olvidemos que hay gente que puede llegar a morir de uno de estos trastornos por colapsar y llevar al organismo a límites insospechados.
Como en todo desequilibrio hay niveles de gravedad altos y bajos, aunque lo cierto es que no deberíamos tener ningún desarreglo de la alimentación. Reconciliarse con la comida sería el primer paso, una buena educación alimenticia desde niños nos ahorraría muchos problemas en la adolescencia que es cuando empiezan a generarse estos desequilibrios. Mucha gente asocia la bulimia con las personas que comen grandes cantidades de comida y después vomitan.
Esta descripción es quedarse muy por encima de lo que representa ser bulímico. También erróneamente se atribuye más a mujeres que a hombres. Hay muchos clichés entorno a estos trastornos de la alimentación. La bulimia en cuestión aparece de forma sutil, casi sin darle importancia, al hecho de que cada vez estás más enganchado a la sensación que produce sentirte saciado con la comida, llenando todos esos vacíos que hay en tu vida que no quieres plantarles cara.
La bulimia aparece en momentos de ansiedad cuando no estás equilibrado en consciencia o en amor con lo que eres o haces en tu día a día. Realmente aquí comienza el problema, no estar unido a uno mismo nos lleva a buscar en la comida el placer momentáneo de sentirnos bien, comiendo todo aquello que nos gusta en cantidades desorbitadas y de manera rápida, muy rápida, sin darle tiempo al cuerpo de digerir los alimentos.
Al principio cada vez que hay un episodio así le restas importancia, hasta que ves que el cuerpo está sufriendo cambios. De repente subes de peso, entonces te das cuenta que quizás hay un pequeño problema con esos atracones que esporádicamente suceden cada vez más a menudo. Crees que la solución es hacer ejercicio para compensar el hecho de poder comer hasta saciar la ansiedad, pero la verdad es que dejas de ser constante con eso porque al no estar bien anímicamente no te apetece hacer ejercicio. Ahí es cuando empieza el problema a hacerse realmente grave. Aquí hay un punto de inflexión: o bien pides ayuda y consigues frenarlo o sigues por el mismo camino buscando malas soluciones.
Se empieza por laxantes y si esto no funciona recurres a provocarte el vómito. El vómito produce una sensación de vacío al cuerpo que hace sentir mejor a la persona que acaba de comer hasta reventar toda cantidad de comida que además no aporta ninguna clase de nutrientes positivos al cuerpo. Normalmente estos episodios vienen de la mano de dulces, pan, chocolate, bebidas gaseosas, patatas fritas, pizzas o hamburguesas… el vómito produce en la mente la sensación de que así, comiendo rápido y expulsando rápido no quedan restos de los alimentos ingeridos. pero eso está muy lejos de la realidad puesto que las personas que padecen bulimia suelen estar por encima de su peso. El estómago sufre grandes secuelas y dolencias derivadas de estas rutinas poco saludables. Se generan enfermedades graves tanto físicas como mentales y a nivel emocional, la persona queda debilitada, frágil, vulnerable y con falta de autoestima. No hay que engañarse a uno mismo y muchísimo menos ocultar lo que nos pasa a nuestros seres queridos. Suele costar pedir ayuda porque los que padecen este trastorno se avergüenzan de hacerlo y de no poder ponerle fin a algo que saben que lo hace mal y perjudica cruelmente.
Este trastorno es más común de lo que se cree y no todas las personas que lo padecen terminan vomitando, pero aunque no lo hagan, el problema tiene el mismo nombre y se sufre por igual. La bulimia la provoca la ansiedad mal canalizada. Estar atento de cualquier cambio que se perciba en la alimentación o el físico de alguien debería ponernos en alerta.
La anorexia viene por otros motivos, normalmente asociados a estar delgados y sentirnos con un cuerpo de 10. ¿Por qué siempre que alguien se adelgaza se le alaba y felicita?
Estar delgado en ocasiones no es sinónimo de estar sano. Hay muchos matices detrás de esto. La anorexia llega por una falta brutal de autoestima que hace que maltrates tu cuerpo no dándole comida. Empiezas a adelgazar y entonces la gente con la que te encuentras te dice que delgado estás y esas palabras resuenan en tu cabeza de esta manera: “que guapo/a estas”.
Entonces cada día vas dejando de comer un poquito más, cada vez más delgado, crees que cada vez estás más guapo y así hasta llegar al punto de no ingerir alimento, de obsesionarte con mirarte al espejo sacando grasa de donde ya no hay más que pellejos y de tocarte cada hueso del cuerpo con una sonrisa de pensar que estas perfecto. Pero esto tiene un límite y el cuerpo empieza a indicarte que te estás sobrepasando. Mareos, pérdida de memoria, caída del pelo, desarreglos hormonales, falta de sueño, taquicardias severas, dolores de cabeza, etc.
Todo esto indica estados de alarma que o bien se les pone fin o pueden llevarte a la destrucción total. Pedir ayuda siempre será la mejor solución, creer que controlas el problema te llevará al desastre tanto físico como mentalmente. Estar delgado, sino es de forma sana, no vale la pena estarlo. Obsesionarse con el peso no ayuda a zanjar este trastorno. Tener un entorno que nos menosprecia o ataca constantemente tampoco hará que mejoremos.
Lo mejor es ser conscientes y pedir ayuda profesional. La bulimia la provoca la ansiedad y la anorexia la falta de autoestima. Muchas veces se unen las dos y ahí se produce realmente el caos en nuestro organismo. Dejo de comer, pero me da ansiedad y entonces como de todo en poco tiempo y al sentirme mal vomito sin tomar consciencia de lo que hago. Tener una buena educación emocional evitaría sin duda, los problemas derivados por no saber canalizar nuestras emociones, por no saber expresar nuestros sentimientos y por callarnos y dejar de hablar por sentirnos juzgados y condenados.
Cuando alguien padece alguno de estos trastornos, los llevará de por vida en su ser, puesto que es lo que se alterará más rápido sino estamos en sintonía con lo que hacemos, pensamos y sentimos. Un bulímico tendrá que estar atento a cuando aparecen brotes de ansiedad y frenarlos antes de que esté descontrolado. Un anoréxico tendrá que evitar básculas y miradas furtivas al espejo cuando se sienta menospreciado por alguien o con inseguridades.
Tengamos mucha empatía y amor con las personas que sufren estos trastornos, brindémosles la ayuda y seamos lo más cuidadosos posibles con las palabras, puesto que lo que decimos a la otra persona puede provocarle mil estados diferentes de ansiedad. La forma en que empleamos las palabras tiene mucha importancia en estos y otros problemas que surgen por un desequilibrio del ser en su estado terrenal no integrado en el plano espiritual.
Amor y comprensión serán la cura perfecta.
E-mail: adriana_casanovas@yahoo.es
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