El misterioso Evangelio de Juan.

Quienes leyeron el Nuevo Testamento, pudieron observar con claridad, que el Evangelio de Juan tiene un contenido diferente a los otros evangelios. Por tal motivo, el misterioso Evangelio de Juan, captó la atención plena de exégetas y eruditos, para develar su misterio.

En el Evangelio de Juan nos encontramos con otro esquema de escritura a diferencia de los sinópticos. Se les llama sinópticos a los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en conjunto, ya que podían disponerse en columnas para ser “vistos juntos”. Por lo tanto, por un lado están los sinópticos, que son similares; y por el otro, el Evangelio de Juan, totalmente diferente. Por causa de su contenido, el Evangelio de Juan o cuarto evangelio canónico no permite su comparación con los tres primeros salvo en unos pocos pasajes.  

En los sinópticos el misterio que envuelve la divinidad de Jesús está siempre presente. En el Evangelio de Juan, la divinidad de Jesús aparece y se manifiesta de forma directa. En los sinópticos nos encontramos con parábolas, pero en Juan vemos grandes sermones.

Ahora cabe preguntarse: ¿por qué es tan diferente el Evangelio de Juan, respecto a los sinópticos?

Desde Ireneo de Lyon (202 dC), la tradición de la Iglesia reconoce unánimemente a Juan, el Zebedeo, como discípulo predilecto y autor  del Evangelio. Pero en la época moderna han surgido serias dudas, y con justa causa, sobre esta identificación. Los escritos que se adjudican a Juan son cinco: el Evangelio, tres cartas y el Apocalipsis, siendo éste el único con nombre de autor: Juan. Ya se ha comprobado que el autor del Evangelio de Juan y las tres cartas no es el mismo que el del Apocalipsis. El Apocalipsis tiene un lenguaje más tosco, que podría atribuirse a un pecador, pero los otros textos fueron escritos por una persona culta, un aristócrata.

Todas las diferencias existentes entre los sinópticos y el Evangelio de Juan, tenían una razón, de fondo, muy importante.

El Evangelio de Juan fue considerado inicialmente, un evangelio gnóstico, fundamentalmente, por su carácter marcadamente místico. Por lo tanto, se dio más relevancia, desde el punto de vista histórico, a los sinópticos. En la actualidad, el que toma mayor relevancia es el misterioso Evangelio de Juan, ya que su profecía oculta debía salir a la luz.

En Juan 1,9-13 dice: “La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios: Ellos no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.»

Es decir, nacer de la sangre: la clonación, nacer del deseo de la carne: la relación sexual, nacer del deseo del hombre: fecundación in vitro. ¿Tendría algún sentido redundar sobre una misma manera de concebir? Claro; hacernos dar cuenta que este Evangelio nos tenía preparado un misterio a develar.

 Carolina Carbonell