A lo largo de mi vida he sido presa de muchos estándares aprendidos o autoimpuestos. Ser buena niña, buena estudiante, buena hija, buena amiga, buena profesional, exitosa, tener pareja, casarme, tener hijos, ser inteligente emocionalmente, ser consciente. Y la lista no acaba ahí.
¿Eres consciente de tus estándares?
A cada momento de mi vida me han invadido pensamientos de lo que debería ser, de lo que debería hacer, de cómo debería vivir.
Esa cárcel autoimpuesta ha traído algunas tristezas y frustraciones, pero también enormes dosis de exploración, aprendizaje, emancipación y crecimiento. Como todo en la vida, me implicó pagar algunos precios y recibir algunas recompensas.
Hoy quiero apoyarte a distinguir que esos estándares están ahí para todos, no somos inmunes a ellos. Vienen de la mano de nuestras creencias, nuestra historia, la familia que tuvimos la educación que nos impartieron.
Hasta el sistema educativo está pensando para formatearnos, nos imparten las mismas materias sin importar nuestros intereses, talentos o aptitudes, nos evalúan con el mismo rasero sin contemplar nuestra individualidad.
Nuestros estándares son justamente aquella parte de nosotros mismos que nos reta a expresarnos en la vida acorde a nuestra visión de lo que es bueno o favorable para nosotros mismos y a la vez una riesgosa vara para medirnos y decepcionarnos de no alcanzarla.
¿Qué hacer?
Identificar esos estándares, llevarlos a un nivel consciente, observarlos cuidadosamente y con una cuota de recelo puede ser uno de los mejores regalos que podemos darnos, para qué, para reconocernos cuánto hemos avanzado, para saber a cuáles nos interesa aferrarnos y cuáles de plano debiéramos desechar, transformar o soltar.
Decisivo, elegirlos desde una perspectiva adulta, desde la responsabilidad de nuestra vida y nuestros resultados, desde el propósito que ilumine nuestros días y lo que realmente resuene en nuestro corazón.
No hay vergüenza en tenerlos, ni en desecharlos o no cumplirlos. Durante toda la vida podrán acompañarnos, pero de nosotros depende que jueguen a nuestro favor.
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