Pasó un nuevo día internacional de la mujer, y como cada año, cientos y miles de posteos se pudieron ver en las redes sociales. Es un día que se ha ido transformando a lo largo de los años, acompañando también la transformación que ha venido experimentando el género femenino.
Es una fecha en la cual se rememora la lucha de las mujeres por un reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos. Nace de la huelga que mantenían 129 obreras textiles en Estados Unidos, quienes lamentablemente fallecieron en un incendio. Es decir, que nace de la lucha por los derechos femeninos a nivel laboral. Pero desde ahí hasta la actualidad, mucha agua pasó por debajo del puente de la dignidad.
El primer derecho logrado fue el del voto. El derecho a poder elegir a quienes las representaban políticamente. Hoy en día se han puesto sobre la mesa distintos temas, tales como: violencia física, psicológica y emocional, trata de personas, acoso sexual, acoso laboral, aborto, entre otros. Así y todo las mujeres siguen viendo vulnerados sus derechos en distintos ámbitos y es una lucha que continúa.
La mujer vs. «los hombres»
Uno de los temas que me llamó la atención en el «discurso» de lo planteado en redes sociales, tiene que ver con esta guerra sin fin entre géneros. Es algo que se da sobre todo en relaciones interpersonales de «pareja», pero que también suele darse en el trabajo o en cualquier situación diaria en la calle. Y esto no es para ponerme en un bando ni en otro, sino para que nos llamemos a la reflexión. sobre todo las mujeres.
No todos son iguales. No todas somos iguales. Hay tantas maneras de ser y de actuar como personas hay en el mundo, ya que cada una, más allá de tener gustos, costumbres, tradiciones, etc. similares, diferimos en un sinfín de características, que nos hace únicos/as.
Tampoco compro la idea de que «atraigo personas que reflejan mi estado interior actual» o cosas por el estilo. No siempre atraemos en base a eso. Quizás las personas se acerquen a nosotras buscando refugio, otras buscando sacar provecho, etc. y yo no tengo porqué tener la culpa de haber atraído a esa persona. Siempre caemos en el autocastigo de que porque soy de tal o cual manera, cierto tipo de personas vienen a mí.
De todas maneras, no está mal y de hecho es a lo que me dedico, y es revisarnos a nosotros/as mismos/as. Autoconocernos, sanar nuestras heridas emocionales. Trabajar en nuestros puntos menos desarrollados con el fin de hacernos más fuertes, más inteligentes emocionalmente, y por ende, ser nuestra mejor versión.
Otra cosa que tampoco apoyo es ponerse en el rol de víctimas forever. «El otro me hizo», «el otro me dijo». Hay que hacernos cargo de lo que permitimos, de los límites que ponemos y de los que no. Y, sobre todo, de las acciones que elegimos frente a eso que pasa.
¿Existe punto medio?
Esta pregunta nace de una pregunta -valga la redundancia- que me hizo mi hija cuando le comentaba de qué trataba mi artículo anterior «Crisis»: «Entonces, ¿Cuál es el punto medio, Mamá?», me dijo. Le dije, «el punto medio es lo que no sé, porque ambas personas tienen que encontrarlo». ¿Cómo? Hablando! el viejo y querido truco de comunicarse. Pero sobre todo, desarrollando el propio ser para poder comunicarse asertivamente, sin caer en «apuntar con el dedo» siempre y en guerra contra el sexo opuesto.
En este caso y hablando del género femenino, me gustaron mucho unas reflexiones del escritor Johnny Abraham que a continuación, transcribo textualmente:
- «Una mujer empoderada es aquella que está en paz con sus emociones. Sabe que a pesar del dolor que ha vivido, mejores cosas vendrán para su vida. Es aquella que a pesar de la adversidad, da lo mejor de sí todos los días para sacarse a sí misma y a su familia adelante. Una mujer empoderada es aquella a la que aunque le rompieron el corazón, descubrió mediante su amor propio, cómo volver a unir las piezas y no quedarse estancada en el pasado».
(Resiliencia le dicen. Pueden leer: http://websmbook.com/habitos-de-una-persona-resiliente/ )
- «Una mujer empoderada es aquella que toma sus propias decisiones, porque sabe lo que busca para lograr su propia felicidad. No busca cumplir los requisitos o la perfección que exige la sociedad. Sabe que no hay nada más perfecto que su propia autenticidad. Busca ser congruente con sus estándares de felicidad, y trabaja en ser su mejor versión todos los días».
(Autoconocimiento y autoestima, le dicen. Podés leer: http://websmbook.com/el-poder-del-autoconocimiento/ y, http://websmbook.com/4-pilares-basicos-para-la-autoestima/ )
- «El verdadero poder de una mujer está en su interior. En tomar las riendas de su vida, decidir con voluntad propia y asumir sus consecuencias. El poder de una mujer no está en demostrar nada al exterior, ni depende de la validación de otros. No tiene nada que ver con su apariencia, su dinero, sus actitudes, o en menospreciar a los hombres. Ese poder se nota en su autoestima, en su amor propio, en cómo construye su ser, en cómo trabaja sus relaciones, en cómo persigue sus sueños e inspira a los demás a perseguir los suyos, en cómo enfrenta la adversidad, y cómo limpia de su vida de lo que no le hace bien. Esa es verdadera fortaleza interior, y para mí, eso es muy poderoso».
(Podés leer muchos de mis artículos en los que hablo de relaciones, amor propio, establecer metas, comunicación, etc.)
«Esa es verdadera fortaleza interior, y para mí, eso es muy poderoso». Para mí también.
Con amor,
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