EL DUELO

En algún momento de nuestra vida, vamos a tener que pasar un duelo. No es algo de lo que nos podamos librar. Más tarde o más temprano. Siempre llegará el día en el que perdamos a un ser querido. Nos tocará enfrentarnos al vacío de su ausencia.

Es un tema tabú. El vacío que sentimos. Cada persona deja un hueco distinto. Según la prioridad que ocupó en tu vida, será más hondo ese vacío.

El duelo es esa etapa después de una pérdida importante. Una etapa en la que suceden varios puntos importantes:

  • Asimilar lo que ha sucedido.
  • Responder a preguntas que nos rondan por la cabeza.
  • Culpas, remordimientos o palabras que no dijimos.
  • Sacar fuera nuestros sentimientos.
  • Reconstruir nuestra vida…

El duelo se puede dividir en las siguientes fases:

  1. Negación: La negación es una reacción que se produce de forma muy habitual, inmediatamente después de una pérdida. No nos podemos creer lo que ha sucedido. Es un acontecimiento que rompe nuestros esquemas.
  1. Ira: Suele ser el segundo paso después de la negación. No entendemos lo que sucede y eso nos enfada. Lo consideramos una injusticia. Entran la frustración y la impotencia.
  1. Negociación: Aquí es cuando superadas las dos fases anteriores, nos damos cuenta de que esa pérdida es real. Esta fase es muy importante, porque es en  la que podemos empezar a buscar, cómo superar esta situación. En según qué personas puede resultar una verdadera catarsis. Un cambio de vida radical o simplemente llega la aceptación y puede comenzar a seguir con su vida.
  1. Tristeza:  Cuando empieza a pasar un tiempo determinado, empiezan a aflorar sentimientos. La ausencia es más evidente. La tristeza y la pena aparecen. Cada persona las manifiesta de una manera o de otra. Está bien no reprimir estos sentimientos. Aunque resulte doloroso, es una manera de soltar y liberar, esa angustia que tenemos por dentro. Es importante no reprimir esta fase, porque de lo contrario, puede quedarse como algo crónico y derivar en depresión.
  1. Aceptación:  Cuando comprendemos que la muerte forma parte de nuestra existencia.  Aquí podemos verlo desde un punto de vista más racional. El paso del tiempo ayuda a entrar en esta fase. Es la herida cicatrizada que ya no está, pero queda el recuerdo. Puedes seguir con tu vida, aunque no implica, que sigas recordando a esa persona. Pero el dolor irá poco a poco mitigando.

Aunque el duelo es un proceso personal, también es importante compartirlo socialmente. Hablar de ese dolor con las personas que nos aprecian o con personas, que han pasado situaciones similares, puede ser de gran ayuda.

¿Cuándo pedir ayuda especializada?

Si nos quedamos anclados en alguna de estas fases, más tiempo del necesario. El duelo puede complicarse. Cuando esto ocurre, es importante pedir ayuda a nuestro entorno. Amistades, familiares… Y si no fuera suficiente, acudir a profesionales.

Cada persona es un mundo y aunque hay unas pautas generales que nos pueden orientar. Trataremos de buscar esos alicientes que nos ayudarán a seguir adelante.

A veces, tomarse un tiempo para reflexionar y asimilar, puede venirnos bien. Desarrollar nuestra faceta creativa. Buscar actividades físicas. Aprovechar para permitirnos descansar.

Es importante que no nos sintamos culpables por encontrarnos mal, durante un tiempo y hacer cambios en nuestra vida.

Aunque hay que intentar no victimizarse ante la situación, somos humanos. Llorar a esas personas que nos acompañaron en los momentos más felices de nuestra vida o en los peores. Con las que vivimos experiencias. Cumplimos sueños. Hicimos planes.

Llorarles es lo más normal y necesario. Esas lágrimas, dejaran paso a los recuerdos.

Esos recuerdos harán que esas personas, vivan siempre en nosotros.

(Dedicado a todas las personas que hemos vivido o estamos viviendo una ausencia. Gracias por habernos permitido estar en vuestras vidas).

Vanessa Martín Ardanaz

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *