EL VALOR DE LOS VALORES

Querida sociedad, ¿qué pasó con aquello de los valores? ¿qué pasó con el valor de los valores?

Los seres humanos nos acercamos unos a otros por muchas cosas, pero una de ellas es porque tenemos valores en común. 

Ciertamente con el pasar de los años la forma de establecer una familia, el tiempo edad, la relación entre padres e hijos, las relaciones de parejas, la educación escolar y la forma de relacionarnos en general ha cambiado, es parte de la evolución de la humanidad. Pero lo que observo con preocupación es como se ha confundido esto con hacer añicos los valores, esos que son el pilar fundamental de cualquier sociedad.

Me considero una mujer muy actual, de mente abierta, que se ha adaptado con gran versatilidad a los cambios, pero siempre la bondad, sinceridad, empatía, respeto, amor, paciencia, responsabilidad, perdón, humildad y solidaridad, han sido la base en el andar en esta vida. Todos ellos valores que me han inculcado y que por convicción y desde mi consciencia he asumido y procuro como ahora hacer eco de ello.

El valor de los valores lo aprendemos en casa y en los primeros años de nuestra escolaridad. 

Pero ¿por qué es importante el valor de los valores?

Esta es la primera brújula y me atrevería a decir que la más importante que nos va guiando en el camino de la vida, nos permiten forjar nuestra personalidad, ya

desde ese punto trabajamos el auto conocimiento y la razón común por la que venimos a este mundo, SER FELICES. 

Son muy importantes como para no tener en cuenta su valor.

No me gusta meter a todos en el mismo saco, sería un antivalor, una irresponsabilidad de mi parte, pero seguramente más de una vez hemos visto como un hijo se dirige a su padre o viceversa, con tal confianza como si el padre fuese el compañero de clase y el hijo fuese el compañero de trabajo. La confianza por supuesto es vital, importante, pero cada quien tiene un rol, el padre de padre y el hijo de hijo, tanta ligereza rompe fácilmente el hilo del respeto y seguro que como yo lo has vivido.

Recordemos que como hijos imitamos a nuestros padres, entonces el mejor o el peor ejemplo, principalmente tendrá esa referencia.

Nos vamos a una comida, un momento para compartir, una forma muy bonita y especial que tenemos los seres humanos de conectar y relacionarnos. Al llegar a la comida sobre la mesa son más los móviles, que los platos y cubiertos, ¿dime

que no has visto esto? Nada más sentarnos si hay un comensal que sea de los pequeños de casa, el móvil o la tablet es su compañía y el resto de los comensales más de una vez se sumergen en el mundo del móvil, abstrayéndose y perdiéndose del momento que han decidido compartir. 

Sería más apropiado y seguro más nutritivo, mirarnos a los ojos cuando estamos conversando, escuchar activamente lo que le pueda estar pasando al amigo que tienes sentado a tu lado, abrazarlo si es necesario, involucrar al niño o al adolescente a los temas de conversación, o involucrarnos también en la conversación del niño y/o adolescente, haciendo entender que todos somos partícipes del momento, incluir en nuestro vocabulario palabras como, gracias, perdón, permiso, disculpa, te comprendo.

Aquí el valor de los valores nos mantiene presentes, son inclusivos y nos acercan más a la humanidad.

Todos alguna vez nos equivocamos, pero muchos no son capaces de reconocerlo y doblegar a su ego para pedir perdón o una disculpa, pareciera que eso resta a lo que eres, y seguramente esto también lo has visto si tu alrededor. El perdón, es un valor con un valor incalculable, pues nos permite desistir de la acción de venganza o castigo hacia quien nos dañó. Hay mucho de ojo por ojo y diente por diente en la sociedad y si queremos avanzar siendo parte de esta, perdonar es necesario.

Podría citar muchos ejemplos que muestren que la sociedad caótica en la que vivimos, mucho se debe a que se ha dejado de lado el valor de los valores, eso nos desconecta de nosotros mismos y el caos es el rey.

Sin dejar de mencionar cómo funcionan las relaciones de parejas, pareciera que cambiar de pareja, es como cambiarse de camiseta, la ausencia de compromiso y responsabilidad va ganando la carrera. Cada quien tiene su libre albedrío, pero cultivar el amor verdadero hacia nosotros mismos nos permitirá establecer relaciones sólidas y grandiosas con otros.

Querida sociedad evolucionar es necesario, pero el agua tibia ya fue inventada, evolucionar como sociedad no puede implicar destruir la base, destruir los valores, sino construir con coherencia y manteniéndonos en una vibración de amor el valor más grande de todos.

Con todo el respeto y el cariño del mundo.

Loredana Settimo

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