Hakuna Matata

En 1994 llevamos a nuestras hijas mayores a ver la recién estrenada película de Disney “El Rey León”. Para la época ellas tenían 6 y 2 años respectivamente, pero descuiden, igualmente pidieron verla sucesivamente por mucho tiempo, por lo que la adquirimos y perdimos la cuenta de las veces que la vieron, y a ello debe agregarse que la historia se repitió nuevamente con el hijo y la hija que nos llegaron tiempo después.

De manera que no tengo idea de las veces que llegué a verla, y debo confesar que no lo hice sólo por diversión y en familia, sino también yo solo o en grupos universitarios, y con el más agudo sentido crítico en el análisis de sus mensajes presentes, que los hay muchos en diversos campos, dentro de los cuales destaco el político-jurídico y el filosófico.

En cuanto a lo político-jurídico únicamente diré que se estudia, incluso en clases de doctorado universitario, en las temáticas vinculadas a la materia de derecho, cine y literatura, concretamente en lo concerniente a la legitimidad y a la usurpación del poder, a la democracia y la dictadura, etc.

Empero, es en lo relativo a lo filosófico a lo que deseo dedicarme en esta reflexión.

Y para ello, ante todo es menester poner toda nuestra atención sobre la forma de vida de dos personajes en especial, que son Timón y Pumba, el primero un suricato (suricata suricatta) y el segundo un jabalí verrugoso o facóquero (phacochoerus africanus), que comparten, totalmente aislados de la sociedad y de sus exigencias constreñantes, una filosofía de vida muy particular.

Para mejor conocer el modo de ser o de vivir de estos dos personajes, es aconsejable ver también la película “El Rey León 3: Hakuna Matata”, lanzada directamente para video en 2004, que muestra las razones por las que estos dos inseparables amigos se alejaron de sus comunidades y terminaron por encontrarse. El primero, tras su expulsión por haber puesto en peligro a su colonia de suricatos frente a los depredadores, por descuido en la vigilancia; y el segundo, simplemente por tener un terrible problema de flatulencias.

El punto es que uno de los personajes fundamentales de esta serie fílmica, que es un viejo sabio personificado por un mandril (Mandrillus sphinx) llamado Rafiki, quien representa la sabiduría ancestral, en una suerte de diálogo intergeneracional transmite parte esencial de la misma a Timón y a Pumba. En este caso se trata de lo que llamaríamos hoy tradiciones orales y conocimientos de vida de nuestros antepasados, que constituyen un patrimonio cultural intangible o inmaterial de una comunidad dada.

De este modo, Rafiki les comenta acerca de “Hakuna Matata”, que es una expresión auténtica que nos viene de la lengua suajili, suaheli o swahili, que es un idioma bantú, hablado hacia el este de África, principalmente en Kenia y Tanzania, pero también en Mozambique, Madagascar, Ruanda, Burundi, República Democrática del Congo, Uganda, Somalia, Malaui y Zambia.

Y les revela su significado filosófico profundo, en el sentido de que para encontrar lo que buscas debes mirar más allá de lo que ves: para encontrar a Hakuna Matata debes ver más allá de lo que tú ves».

¿Pero cuál es el significado literal de esta expresión? Hakuna se traduce como “no hay” y Matata como “problemas”, por lo que la idea es precisamente que no hay problemas, todo está bien y no hay motivo de preocupación. Y la razón por la que no hay problemas reside en que no debes preocuparte cuando las cosas vayan mal, por la mera circunstancia de que nada es para siempre y en definitiva todo termina por resolverse o solucionarse de una forma u otra.

Es entonces una invitación a la paz, a la tranquilidad, a la serenidad, al sosiego, a la alegría y, a la postre, a la felicidad, expresada en términos muy simples, cantada por nuestros dos personajes, según letra de Tim Rice y musicalización de Elton John, en la famosa banda sonora de la película. La canción[1] dice:

Timón: Hakuna Matata, una forma de ser.

Pumba: Hakuna Matata, nada que temer.

Timón: Sin preocuparse es como hay que vivir.

Ambos: A vivir así yo aquí aprendí.

Timón: Hakuna Matata. Cuando un joven era él.

Pumba: Cuando joven era yo.

Timón: Muy bien.

Pumba: Gracias.

Timón: Sintió que su aroma le dio mucha fama. Vació la sabana después de comer.

Pumba: Un alma sensible soy, aunque de cuero cubierto estoy. Y a mis amigos, el viento se los llevó. Qué vergüenza.

Timón: Oh qué vergüenza.

Pumba: Mi nombre cambié a Hortensia.

Timón: Ese nombre no te queda.

Pumba: Y mucho sufrí yo.

Timón: Ay, como sufrió.

Pumba: Cada vez que yo.

Timón: Pumba, no enfrente de los niños.

Pumba: Oh perdón.

Ambos: Hakuna Matata, una forma de ser. Hakuna Matata, nada que temer.

Simba: Sin preocuparse es como hay que vivir.

Timón: Sí, canta.

Todos: A vivir así yo aquí aprendí. Hakuna Matata. Hakuna Matata. Hakuna Matata. Hakuna Matata, Hakuna.

Simba: Sin preocuparse es como hay que vivir.

Todos: A vivir así yo aquí aprendí. Hakuna Matata…

Por supuesto que en el guion se pensó necesario darle un toque jocoso o humorista a esta letra, aunada a las imágenes y actitudes de los personajes, lo cual puede o no ser objetable, pues podría quizás considerarse que le resta importancia o que desvaloriza una respetable filosofía de vida, que sin duda es patrimonio cultural intangible o inmaterial de la humanidad.

Sin embargo, a pesar de que superficialmente podría apreciarse erróneamente que estos personajes son unos simples saltimbanquis, en el sentido de bufones o payasos de circo, que se toman la vida a la ligera, siendo irresponsables con sus asuntos y haciendo burla o mofa de lo que es importante, lo cierto es que el mensaje que se esconde detrás de la expresión Hakuna Matata, y que en el fondo desean transmitir, es de una enorme trascendencia, siendo su comportamiento en realidad conforme al mismo.

De hecho, semejante mensaje es evocado en la extraordinaria película La Sociedad de los Poetas Muertos, cuando el profesor de literatura John Keating explica a sus alumnos el significado de la alocución latina “Carpe Diem”[2], traducida como “aprovecha el momento”, estimulándolos a vivir al máximo cada instante de sus vidas, como si fuera el último.

Y entonces esto de aprovechar el momento presente, pues la vida es ahora, hoy, y no ayer, ni mañana, se entrelaza con aquello de vivir intensamente y en la alegría, pues en realidad, lo que llamamos problemas no son más que simples escollos que se presentan, insuficientes para privarnos por sí solos de la tranquilidad y de la felicidad que han de residir en nuestro interior. Particularmente por el carácter efímero, pasajero, temporal y circunstancial de tales escollos. Ello en función del principio de impermanencia[3], bien desarrollado en el hinduismo y en el budismo, según el cual, todo cuanto sucede o acontece, bueno o malo, ha de pasar, y lo único que puede persistir, en la consciencia del ser, es precisamente nuestra paz interior, nuestra tranquilidad o serenidad y nuestra felicidad. Es igualmente la filosofía yóguica del estar presente aquí y ahora, valorando cada instante.

Así, cuando Rafiki aconseja a Timón y a Pumba de ver más allá de lo que ves, para encontrar a Hakuna Matata, es decir, para adoptar esa filosofía de vida que te permite no dejarte amilanar por las dificultades y sonreírle a la vida, nos recuerda El Principito, la obra cumbre de Antoine de Saint-Exupéry, justamente en el instante en que el zorro revela su mayor secreto al principito: “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”. De eso se trata al buscar ver más allá de lo que vez con los ojos físicos o corporales. Al asumir el reto de ver hacia dentro, con el corazón y la intuición, para lo que la meditación se muestra como una herramienta eficaz y al alcance de todos.

Y esa filosofía de vida que vemos surgir del África, estar presente en Asia, reproducirse en Europa, encuentra su origen, en cuanto a la civilización occidental se refiere, en la Grecia antigua, con aquella frase presente en la entrada del Templo de Apolo en Delfos, que nos habla del autoconocimiento, de la autoobservación, que hoy se alude como plena consciencia, según la cual “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”[4]. Y dentro decía: “Te advierto, quien quiera que fueses, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tu ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro, de los tesoros. ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”.

Así que no se trata de holgazanear ni mucho menos. Hakuna Matata implica asumir una intención de vida de estar presente a sí mismo en el autoconocimiento, en la gratitud hacia el simple hecho de ser, y en la vocación de ser un regalo para los demás[5], encontrándose en lo que se conoce en el Karma Yoga, como el dharma, siempre listo al hacer justo y debido y sin apegos.

Queridos lectores, Hakuna Matata. Meditemos!

Alberto Blanco-Uribe

2 Comentarios

  1. Ernesto ortega

    Excelente reflexión profesor. Se le aprecia y se extrañan sus buenos consejos. Aunque hoy apenas de la distancia los seguimos escuchando y valorando. Mucho éxito siempre.

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    • alberto

      Gracias apreciado discípulo Ernesto, honrado de poder seguir ayudando con mis reflexiones. Un abrazo

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