¡Ese bichito pica, o al menos a mí me picó! La sensación de querer ejercer mi carrera como profesional independiente, poner mis conocimientos al servicio de mis propios sueños y en beneficio de un propósito más personal.

Con esto no digo que un trabajador asalariado no trabaje en favor de sus propios sueños, es una aclaración que veo muy a lugar. Una persona en su empleo puede tener muy claros sus proyectos personales y ver su trabajo:

  • Como un medio para obtener los recursos personales que requiere para alcanzarlos
  • Y, si su propósito personal está muy alineado con el de su trabajo y la organización en la que se desempeña, pues ese trabajo puede además ser un fin en sí mismo.

No obstante, a mí me parece una aspiración muy lógica y, por demás, legítima, la de un profesional que después de ejercer algunos años su carrera, ganar experiencia y conocimiento, anhela crear su propio negocio y trabajar por construir un negocio a la medida de sus propios sueños.

Mucho se dice que no todos nacimos para emprendedores o para empleados. Y creo que un profesional puede ejercer su liderazgo personal ampliamente, retarse a expresar sus talentos y competencias y servir con compromiso en cualquiera de los dos escenarios.

Lo que sí veo es que probablemente lo que hace la diferencia entre el emprendedor y el empleado es la personalidad y los valores que priman para cada individuo.

Personas para las que la seguridad y el reconocimiento profesional sean sumamente importantes probablemente podrán privilegiar la seguridad de su empleo, la visibilidad o estatus que les otorga un buen cargo, las comodidades que trae consigo un salario asegurado y una relativa capacidad de deslindarse de responsabilidades del trabajo, al menos en horarios no laborales.

En cambio, me inclino a pensar que, un profesional que por sobre todas las cosas valora su libertad y retar su creatividad, podría preferir crear a la medida de sus intereses y sus gustos, ser dueño de su tiempo y experimentarse en autonomía. Esta persona muy posiblemente, en algún momento, busque la manera de emprender y hacer su propio camino, asumiendo los sacrificios o incomodidades que construir este camino implica.

Si en este momento experimentas esa sensación, que quisieras ganar en libertad, autonomía, flexibilidad en el manejo de tu agenda, poner el foco en aplicar tus conocimientos y experiencia a un proyecto personal, afincado en tus gustos y anhelos más personales, es importante que te diga varias cosas:

  1. Consulta tus motivaciones: ¿Para qué buscas este cambio? ¿Qué de lo que anhelas tener o recobrar para ti está o no está disponible en tu trabajo actual? ¿Podría estarlo en otro empleo o no?
  2. Prioriza en materia de valores y principios: ¿Qué valores quieres privilegiar en tu vida? ¿Libertad, crecimiento, servicio?
  3. Pondera precios y recompensas: ¿Qué ganarías con ese cambio? ¿Qué perderías? ¿Lo que ganarías tendría más valor para ti que lo que perderías? ¿Cómo podrías mitigar el impacto de aquellos que perderías o los sacrificios por los cuáles tendrías que pasar?
  4. Madura tu idea: ¿Sabes qué quieres ponerte a hacer? ¿Tienes una idea estructurada o está todavía por las nubes? ¿Qué recursos y competencias requiere de ti? ¿Esos recursos y competencias están ya disponibles para ti o requiere trabajar en desarrollarlos?
  5. Ten un plan: Si ya tienes la idea y sabes lo que tienes y lo que te falta ¿Cómo vas a trabajar en aquello que te falta? ¿De qué te vas a ocupar tu personalmente y qué sería susceptible de delegarse o subcontratarse?
  6. Toma acción comprometida: la vida no nos pasa, nosotros hacemos que la vida pase. Lo que sea que quieras construir para tu vida depende de ti, de tu capacidad para tomar acción comprometida y hacer que suceda.

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Catalina Vega

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