«La ciencia del físico trata de los seres que tienen en sí mismos el principio del movimiento». – La metafísica, Aristóteles.

«De la estática a la dulce transformación». La cosa es así: eres feliz haciendo las tareas diarias como desayunar, ir a trabajar, ponerte al día con la familia y amigos, tal vez hacer ejercicio y varias otras actividades que probablemente estoy omitiendo porque la vida puede ser diferente para cada uno de nosotros. Sigues así hasta que un día te encuentras con una vieja amistad y quedan en verse dentro de unos días.

Cuando se ven hablan sobre el pasado, quienes solían ser, lo que aspiraban ser… tal vez hablen un poco sobre el viejo grupo de amigos con el que pasaban el rato, y después de unos sorbos de café, se conocen de nuevo dentro de la conversación. Empiezas a presumir del nuevo estilo de vida que has creado para ti y das tiempo a que también te presuman sus nuevos pasatiempos, el trabajo en el que ahora están y se comparan al tiempo en el que se conocieron; dan un sorbo de café en honor a aquellos días. Entre tantas noticias nuevas la tarde se acaba con gran facilidad, llega la hora de la despedida y con mucho gusto, cada quien parte de nuevo a su propio camino; todo está bien dentro de ti, hasta que llega el momento en el que reconoces que no es así en realidad.

Me sucedió esto hace unos días. Porque mi naturaleza es reflexiva, tengo el hábito de analizar antes de actuar (lo cual considero una virtud y a veces un defecto). Haciéndole caso a mi instinto, me sentía completamente inmersa en el interior de mi ser observando con vista de águila las decisiones que he tomado hasta hoy, dejando que los días pasen aunque hiciera el esfuerzo por concentrarme en lo demás. Dentro del hábito de mi reflexión también encuentro una voz interior que me responde sin tapujos, diciéndome lo que necesito escuchar (quiero hacer hincapié en la frase «lo que necesito escuchar»). Durante esa cadena de cuestionamientos encontré respuestas muy específicas que pienso poder resumir de la siguiente manera:

DE LA ESTÁTICA A LA DULCE TRANSFORMACIÓN

La estática… palabra importante en áreas que pudieran parecer hasta metafísicas. En física se refiere a un cuerpo en reposo cuya posición no interfiere con otras fuerzas a menos que estas últimas sean aplicadas a él, convirtiéndolo en equilibrio y aparentemente sin movimiento. En mi perspectiva la falta de movimiento conlleva a lo que nuestros ojos no pueden percibir a simple vista, lo que me hace llegar a esta pregunta: ¿Y si hay algo más en mí que estoy omitiendo?

«Deja de creer que eres tan especial»

¿Recuerdan lo que les conté hace unos párrafos? A veces esa voz interior me dice lo que necesito escuchar y no lo que quiero. Puede sonar algo duro si lo pensamos superficialmente. La realidad es que las palabras duelen por alguna razón que no logramos distinguir más allá del ego. Después de aquél encuentro en el café, permanecer en estado meditativo es algo que llamó bastante mi atención. ¿Qué fue eso que movió tanto mis fibras interiores para darle tales vueltas a mi vida?

¿Recuerdan lo que les conté hace unos párrafos? A veces esa voz interior me dice lo que necesito escuchar y no lo que quiero. Puede sonar algo duro si lo pensamos superficialmente. La realidad es que las palabras duelen por alguna razón que no logramos distinguir más allá del ego. Después de aquél encuentro en el café, permanecer en estado meditativo es algo que llamó bastante mi atención. ¿Qué fue eso que movió tanto mis fibras interiores para darle tales vueltas a mi vida?

Es importante separarnos de las situaciones, fuera de nuestro ser o del concepto que pensamos de nosotros mismos. Me gusta pensar que el humano es un ser con necesidad de movimiento constante, reflejándonos unos a los otros viendo nuestras virtudes y defectos, sin darnos cuenta de la atmósfera exterior que percibimos como realidad absoluta. Sin embargo esas imágenes que observamos mediante los demás podrían parecer distorsionadas por las exigencias e ideales que aprendemos de la sociedad bajo la experiencia de vida que nos tocó a cada uno. En palabras más resumidas: pensamos en nosotros mismos, todos piensan en sí mismos primero y no en los demás. Después de todo, reconocer nuestro proceso para confiar nos brinda la tranquilidad de saber que nuestras decisiones y deseos no son una competencia con los de los demás.

Lo último me hace recordar que la estática implica que el cuerpo que se encuentra en quietud necesitará de alguna fuerza que lo permita desplazarse si el objetivo es que permanezca en estado de movimiento.

De la estática a la dulce transformación. Recordemos que una transformación se origina cuando la fuerza exterior se aplica con el propósito de cambiar la masa o el objeto. ¿Será esta última un método para seguir retándonos a nosotros mismos en nuestra visión de lo que conocemos como existencia?

Quisiera concluir estas ideas con el siguiente ejemplo: Si nos encontráramos ustedes y yo en un café conviviendo e intercambiando un diálogo, cada uno tendría su propia percepción del entorno. Nos encontraríamos estáticos dentro de esta burbuja, algo que nosotros percibiríamos como realidad, en la cual todos aportarían desde la propia. Comparando nuestro diálogo al de una mesa de al lado en donde también se generan conversaciones, la atmósfera cambiará sin necesidad de aplicarle una fuerza externa. Ahora bien, si la estática en ambas realidades de cada situación anterior permanece, cada uno en las mesas partiría su camino omitiendo su cambio; así continuaría cada uno frente a diferentes burbujas hasta que llegue otro agente externo que lo sacuda y lo transforme.

-Andy.

Imagen de la portada: L’Atmosphere: Météorologie Populaire – Camille Flammarion (1888)