Un día de mi adolescencia, alrededor de 1975, mis padres, quienes eran grandes fanáticos de la música clásica en general, y solían acompañar con ella sus cotidianas actividades de estudio, lectura y escritura en casa, colocaron en el “tocadiscos” una magnífica obra musical que de inmediato me impactó y atrapó con deleite toda mi atención, de principio a fin, durante su hora y 20 minutos de duración.
Por supuesto que una vez concluida quise ver la carátula del disco, y averigüé que se trataba de una cantata escénica “Carmina Burana”, obra maestra compuesta por el músico alemán Carl Orff, entre 1935 y 1936.
Y, para ser honesto, no investigué más, cosa que por lo demás era particularmente difícil, en la época, sin Internet ni computadoras.
Empero, toda mi vida la seguí escuchando con la misma atención, y si bien no entendía las palabras, por estar cantada en latín, mi ser interior se llenaba de emociones de gozo infinito, de majestuosidad, de alegría…. Simplemente siempre me dejé envolver por la música y la fuerza de las voces soprano, barítono y tenor de los cantantes.
Y así, hasta que logré el anhelado sueño de alguna vez asistir a un concierto en vivo de “Carmina Burana”, lo cual ocurrió hace pocos días, con la orquesta, el coro y el ballet del Teatro Nacional de Ópera y Ballet María Biesu, de Moldavia, con casi 100 artistas en escena.
Obviamente, la experiencia fue maravillosa. No solo oír aquella música que durante décadas me había cautivado, con más emoción si ello esa posible, sino ver, observar, detallar y apreciar toda esa impactante escenografía, llena de colorido y simbolismo, los músicos, los cantantes y los bailarines. Y, además, un escalofrío divino al sentir que mis padres fallecidos me ponían cada uno una mano en un hombro, cobijando mi profundo sentimiento de sublimación, y vibrando junto a mí, y a mi esposa a mi lado, diciéndome, con mi piel erizada y el corazón latiendo fuerte, que la vida es bella, y que por fin entendería el significado de esta obra.
Entender ese significado, pero no solamente en lo sensitivo y lo intuitivo, que sin duda es lo más trascendente, sino también en lo informativo, lo mental y lo intelectual.
Fue así como, efectivamente, al llegar a casa comencé a investigar a través de Internet, y mientras me seguía acariciando los oídos y el espíritu con los sonidos de “Carmina Burana”, pude con sorpresa descubrir, en primer lugar, que no se trata del nombre de ninguna mujer, como siempre erróneamente pensé.
En realidad, “Carmina Burana” significa en latín “Cantos de Beuern”, y es un conjunto de poemas anónimos de los siglos XII y XIII, que fueron encontrados en 1803 por el historiador Johann Christoph von Aretin, en la Abadía de Bura Sancti Benedicti o Abadía de Benediktbeuern (cuya foto acompaña estas líneas), en Baviera, Alemania, de donde extrae su denominación, también como “Cánticos de Beuern” o “Codex Buranus”.
Estos cantos corresponden a los deambulantes goliardos medievales, quienes eran unos frailes o monjes benedictinos retirados o apartados de los rigores abaciales, vueltos vagabundos compositores de poemas o cantos escritos y cantados en latín, y de carácter esencialmente satírico, girando sobre temas vinculados al amor, a los placeres terrenales y al disfrute de la naturaleza.
Este término de goliardos se aplicó también a los estudiantes universitarios de origen pobre, que solían andar camino con esos clérigos, ofreciendo sus artes a cambio de comida en tabernas.
Asistimos entonces a personas que cuestionaban las normas y formas preestablecidas tanto en el clero como en la sociedad en general, que invitaban a las personas, al pueblo llano, a desvestirse de tabúes y prejuicios, y a disfrutar sin culpabilidad no solo de los placeres en general de la vida, sino de un contacto con la naturaleza que la iglesia oficial no tardó en calificar de herejía y paganismo.
Pudiéramos decir que se trataba de contestatarios, por polemizar y oponerse a lo establecido, pero también de cuestionadores, es decir, de personas que acostumbraban a poner en duda las ideas, las creencias o las filosofías dominantes en el seno de las sociedades. Podríamos afirmar que los goliardos fueron una suerte de antecesores del racionalismo europeo o de incubadores del sistema de la duda metódica.
Era pues gente que quería poner a las personas a pensar, a forjar autónomamente su destino y a apreciar en su justa medida los placeres mundanos.
Y debo reconocer que me identifico con ellos, pues desde muy pequeño he sido contestatario, cuestionador y reflexivo, opuesto a todo tipo de dogmatización o adoctrinamiento, y siempre propulsé, como profesor universitario, la idea de libertad de pensamiento, desde una educación concebida en la crítica analítica y la propuesta, más allá de la simple repetición de conocimientos jamás procesados.
De modo que siendo así, de inmediato me hice uno con esta obra musical, sin entender una palabra, pero percibiendo en mi sentir su significado profundo: un clamor por la libertad.
Esto, sin olvidar mi amor por la naturaleza que me llevó a hacerme ambientalista.
Pero mayor fue mi sorpresa cuando Internet me permitió acceder a la comprensión de las palabras allí expresadas, al traducirlas al español, y al poder ver la obra completa con subtítulos[1].
Pues bien, ante todo, tengamos presente que esta extraordinaria obra musical parte del ensamblaje hecho por Carl Orff, de tan solo 24 de los poemas del conjunto original.
Con tales poemas, la obra cuenta con una estructura en siete secciones, siendo que una parte de la primera se repite en la última. Dicha estructura es:
- Fortuna Imperatrix Mundi (Fortuna Emperatriz del Mundo).
- Primo Vere (Primavera).
- Uf Dem Anger (Sobre El Prado).
- In Taberna (En la Taberna).
- Cours d’amour (La Corte del Amor).
- Blanziflor et Helena (Blancaflor y Helena).
- Fortuna Imperatrix Mundi (Fortuna Emperatriz del Mundo).
Obviamente sería imposible explicar y describir la totalidad de la obra en este pequeño espacio. Por lo que me consagraré a hablar en esta ocasión, solamente, de sus secciones primera y última, que de suyo en lo profundo contienen a las demás.
Y entrando en materia, por lo que concierne a esas primera y séptima secciones que analizamos, tenemos que su contenido es tomado del poema intitulado “O Fortuna”, cuya letra dice[2]:
O Fortuna | Oh Fortuna |
1. O Fortuna
O Fortuna velut luna statu variabilis, semper crescis aut decrescis; vita detestabilis nunc obdurat et tunc curat ludo mentis aciem egestatem, potestatem dissolvit ut glaciem.
Sors immanis et inanis, rota tu volubilis, status malus, vana salus semper dissolubilis, obumbrata et velata michi quoque niteris; nunc per ludum dorsum nudum fero tui sceleris.
Sors salutis et virtutis michi nunc contraria, est affectus et deffectus semper in angaria. Hac in hora sine mora corde pulsum tangite; quod per sortem sternit fortem, mecum omnes plangite!
2. Fortune plango vulnera
Fortune plango vulnera stillantibus ocellis quod sua michi munera subtrahit rebellis. Verum est, quod legitur, fronte capillata, sed plerumque sequitur occasio calvata.
In Fortune solio sederam elatus, prosperitatis vario flora coronatus; quicquid enim florui felix et beatus, nunc a summo corrui gloria privatus.
Fortune rota volvitur: descendo minoratus; alter in altum tollitur; nimis exaltatus rex sedet in vertice caveat ruinam! nam sub axe legimus Hecubam reginam. | 1. Oh Fortuna
Oh Fortuna, variable como la Luna como ella creces sin cesar o desapareces. ¡Vida detestable! Un día, jugando, entristeces a los débiles sentidos, para llenarles de satisfacción al día siguiente. La pobreza y el poder se derriten como el hielo. ante tu presencia.
Destino monstruoso y vacío, una rueda girando es lo que eres, si está mal colocada la salud es vana, siempre puede ser disuelta, eclipsada y velada; me atormentas también en la mesa de juego; mi desnudez regresa me la trajo tu maldad.
El destino de la salud y de la virtud está en contra mía, es atacado y destruido siempre en tu servicio. En esta hora sin demora toquen las cuerdas del corazón; el destino derrumba al hombre fuerte que llora conmigo por tu villanía.
2. Llanto por las ofensas de Fortuna
Lloro por las ofensas de Fortuna con ojos rebosantes, porque sus regalos para mí ella rebeldemente se los lleva. Verdad es, escrito está, que la cabeza debe tener cabello pero frecuentemente sigue un tiempo de calvicie.
En el trono de Fortuna yo acostumbraba a sentarme noblemente con prosperidad y con flores coronado; evidentemente mucho prosperé feliz y afortunado, ahora me he desplomado de la cima privado de la gloria.
La rueda de la Fortuna gira; un hombre es humillado por su caída, y otro elevado a las alturas. Todos muy exaltados; el rey se sienta en la cima, permítanle evitar la rutina ya que bajo la rueda leemos que Hécuba es reina. |
Es imposible, leyendo este poema, evitar evocar uno de los principios fundamentales del yoga hinduista y del budismo, como lo es el principio de impermanencia, sobre el cual tuve ya ocasión de escribir en mi artículo “La Impermanencia Cantada por Celia Cruz”[3].
Siendo adolescente, y luego durante mi vida de estudiante universitario, mis décadas como abogado y profesor universitario, siempre tuve interés por los temas espirituales y todo aquello que nos trasciende, y ciertamente de alguna manera esta estupenda obra musical, con sus notas y cantos, me hizo siempre sentir que rozaba al escucharla con lo absoluto, con el todo universal. Y así sigue siendo.
Posteriormente, cuando me hice profesor de Yoga y estudioso de filosofías orientales que animan mis reflexiones y tientan mi intuición, las sensaciones nunca variaron al escuchar “Carmina Burana”. Por el contrario, el interés por ella no dejaba de acrecentarse.
Y ahora encuentro una de las muchas respuestas que he hallado en esa letra y que les comento, sin dejar de asombrarme por todos los antecedentes que les he narrado.
Resulta que esas dos secciones se basan sobre un poema que reposa conceptualmente sobre ese principio de impermanencia.
La idea de que sencillamente todo pasa: “Oh Fortuna, variable como la Luna como ella creces sin cesar o desapareces”.
Y esta constatación nos ha de llevar a la aceptación de lo que ocurre, bueno o malo, porque bueno o malo, con toda certeza pasará. Tal aceptación nos lleva a disfrutar al máximo lo que ocurre de bueno, con el espíritu de “Carpe Diem”, y a mejor sobrellevar desde el amor compasivo, lo que ocurre de malo, sin apego alguno, pues los apegos son lo que nos lleva al sufrimiento.
Con este estado de consciencia es que podemos tratar, con la ayuda de la meditación (y mejor si es posible en plena naturaleza), de volver y volver a nuestro mundo interno de felicidad y serenidad.
De esta manera, estimados lectores, podremos desde la intuición motivada en nuestra práctica meditativa, percatarnos de que la verdadera fortuna no está en lo bueno que pueda ocurrirnos, sino en nuestra capacidad de siempre estar serenos y ser felices, en la aceptación, el desapego, la gratitud y el amor.
Comprendo ahora el llamado de “Carmina Burana”, desde mis vibraciones energéticas adolescentes y vitales. Gracias universo!!!
Excelente artículo, ya había escuchado contigo esta obra, pero no sabía que tenía tanto significado para ti.
Gracias hija, si que lo tiene, y mucho, como puedes ver. Espero la puedas apreciar en su inmensa grandeza
Felicidades mi querido amigo!.Como siempre logras conectar con tus lectores sobre temas muy variados; hoy con esta obra parte de una Trilogía cuya música ha sido utilizada hasta por Michael Jackson para promover su gira de 1995. Siempre digo y sostengo que hay que vivir el presente como venga que la vida es tan bella que no vale la pena perder ni un segundo en amargarse. Nuestra rueda de la Fortuna sigue rodando. Un fuerte abrazo.
Gracias querido Sabino. No conocía lo de esa trilogía. Y exacto, como lo demuestra aquella aleccionadora película, la vida es bella, en toda circunstancia, y lo mejor de ella es el instante presente, único momento en que de verdad vivimos. Un gran abrazo
Espectacular artículo!!
Gracias Alexandra
La mejor parte es el «In Tabernam», cuyo canto es: «In Tabernam Quando Sumus, Non Destinus Ponderamus» (Cuando estamos en la taberna, no nos importa el destino).
Gracias Oscar, que privilegio poder entenderla directamente en latin. Y esa taberna que ha de representar el aqui y ahora, el carpe diem, el maravilloso instante presente, aunado al deleite sin culpa ni exceso
Gracias por este artículo que nos recuerda cuanto la poesía está llena de sabiduría con palabras escritas para explicar lo que llevamos dentro en nuestra condición de triste humanidad. La música le da el camino para fluir hasta nuestros oídos y hacer aún más nuestras esas palabras. Siempre me ha gustado esa obra tan germánica.
Gracias por compartir tus apreciaciones. El camino es la trascendencia y esas palabras y musicalidad nos mantienen en el sendero
Alberto, en este momento no puedo hacer otra cosa que darte las gracias por este artículo que me ha permitido recordar mis propias vivencias, desde cuando mis padres escuchaban música clásica y yo de niña permanecía junto a ellos embelesada viendo las carátulas de los discos y pensando en quien sabe qué, hasta la increíble experiencia que para mi representó el haber tenido la oportunidad de disfrutar una presentación en vivo de Carmina Burana justo antes de la pandemia. Te confieso que en esa oportunidad también investigué sobre la letra y el significado de esa magnífica obra, aunque no llegué a profundizar en tantos detalles como los que plasmas en este artículo y que definitivamente lo que lo convierten en una verdadera joya. Nuevamente gracias por compartir tus excelentes escritos.
Querida Sofia, realmente celebro ese paralelismo afortunado e insospechado en nuestras vidas, y el coincidir en la apreciación de esta obra. Espero te invite a profundizar en la investigación, mientras la escuchas, es mágico. Agradezco sobremanera tu comentario, pues para un escritor no hay nada mejor que poder leer las sensaciones de sus lectores. Un abrazo
Leer este artículo escrito por un inspirado espiritual, quien comparte sus sentimientos, me ha enseñado algo muy profundo, que hasta hacía poco , era tortuoso para mi aprender: EL DESAPEGO. ¡DIOSSS! CÓMO CUESTA ACEPTAR Y ADAPTARSE A LOS CAMBIOS. Pero en la didáctica de un MAESTRO quien aquí explica con sencillez y profundidad el arte de vivir, la vida cambia en perspectiva; y se hace más llevadera. Ciertamente DIOS SE VALE DE PERSONAS PARA EXPLICAR SU PALABRA Y VERDAD. EN principio, lo hicieron los monjes benedictinos y ahora lo ha explicado un caballero a quien no sólo aprecio mucho, sino también respeto INMENSO, por compartir su sentir y su saber con su linda familia y sus amigos, de los cuales me gustaría ser parte. Gracias mi querido Profesor, por esta enseñanza de vida.
Gracias Carmen, por expresar tu sentir, tus inquietudes y tus anhelos de aprendizaje. He oido decir que todos necesitamos un maestro, un guru si se quiere, que bien puede ser nuestro mismo yo interior y superior, pero bien es claro que quien desea enseñar, trasmitir su conocimiento, nada puede hacer sin pupilos, sin personas que se sientan llamadas a reflexionar y sentir desde el corazón mas que desde el cerebro. Eres una y claro que formas parte. Namasté
Extraordinario articulo.Muchísimas felicitaciones!
Excelente articulo. Tuve la oportunidad de cantar el Carmina Burana muchas veces con el coro de la coral Filármónica, de Caracas y con el coro de la ópera del Teresa Carreño y es una experiencia única . Qué gran análisis sobre la obra.
Felicitaciones.
Gracias Martha, aprecio mucho un comentario tan positivo, de alguien que proviene del mundo de la música, y que además tuvo el privilegio de cantar en tan extraordinaria y universal obra musical. Bendiciones