¿Cuántas veces nos encontramos ante esta frase? Cuando parece que todo va bien en una relación de pareja, aparece este planteo por parte de alguno de los integrantes. “No sé qué me pasa”, “necesito tiempo”, “no sos vos, soy yo”. Reconocer que hay algo para revisar en la relación es una señal de responsabilidad por parte de quien la asume.
No hay razón para “aguantar”
Una de las premisas para poder construir una relación sana es que la comunicación es pilar y base para edificar. Una comunicación fluida, basada en la honestidad, el respeto y la confianza. En una relación sana ambos se sienten valorados y respetados, y se respetan sus límites mutuamente. Las cosas están claras y ambos tienen un norte para saber hacia dónde va la relación.
Cuando esto no sucede, es probable que aparezca el conflicto, y con él, el desafío de continuar alimentando la relación o por el contrario, ponerle fin y así dejar espacio y libertad para el crecimiento de cada uno. Venimos de consumir un modelo de pareja, sostenido por creencias, patrones y difundido por distintos medios de comunicación. En él, la promesa de un “para siempre” o “hasta que la muerte nos separe” hacen que algunas relaciones sufran del desgaste y el hastío hasta tener un final poco feliz.
A muchos nos enseñaron que “había que aguantar” y parchar la relación hasta agotar todas las vendas posibles. Y en ese proceso de aguantar, se produce un desgaste para ambos ya que se utiliza energía no disponible para algo que ya no se quiere. Mucho más aún cuando hay hijos de por medio, se “aguanta” por los hijos y son quienes más sufren como espectadores la “guerra entre dos” que parece no tener fin.
Lo cierto es que no hay razón válida para “aguantar”. Cuando ya no hay más que hacer, es mejor no forzar las situaciones y dejar un buen recuerdo. Es inteligente emocionalmente y con una alta responsabilidad afectiva, saber cuándo retirarse a tiempo.
Algunas características de una relación sana
Es importante ser conscientes de que no todo siempre será de “color rosa”. La pareja puede experimentar modificaciones y está sujeta al crecimiento y desarrollo personal de cada uno. Así que no idealizar al otro, viéndolo como un auténtico otro con su libertad y forma de ser es un buen comienzo.
Cuidar la relación en el sentido de fomentar la comunicación y el diálogo. No dejar pasar los malentendidos, y sobre todo, no dejar que se acumulen. Poder dar claridad y establecer acuerdos a tiempo es algo positivo para construir la relación sobre cimientos firmes. Obviamente, dedicar tiempo, detalles y sobre todo demostrar el amor que se siente es fundamental.
Si aparecen diferencias, podemos aprender a aceptarlas y a convivir con ellas. Todos los seres humanos somos únicos e irrepetibles, y es posible que haya encuentro en esas diferencias. Poner el foco en lo que une, en lo que sí es posible, y en compartirse sin pretender cambiar al otro hará que la relación crezca y fluya hacia un futuro de a dos.
Confianza, honestidad, respeto
Son valores que van quedando a un costado en algunas ocasiones, y en las relaciones interpersonales en general. A veces olvidamos qué es lo que unió, porque las diferencias o desencuentros van abriendo una brecha. Sin confianza, será difícil poder sostener una relación. Cuando aparecen los celos infundados o actitudes de control, se genera una incomodidad que va destruyendo la relación.
Y para que esto no ocurra es cuando tenemos que actuar con honestidad para con el otro. Ser honestos en lo que sentimos, en lo que nos incomoda, en lo que deseamos mejorar y por supuesto, darlo a conocer de forma asertiva, sin lastimar. Y por último, el respeto es tan importante como el amor.
El respeto tiene que ver con la capacidad de cada uno de tratar a su pareja como su igual, es decir, no sentir ni pretender estar ni por encima ni por debajo del otro. El respeto es lo que se necesita para que ambos puedan cultivar su propia seguridad y autoestima en el camino. Es lo que permite que puedan ir juntos de la mano, y no uno atrás del otro, y emprender el proyecto de conocerse juntos. Y que puedan decir “No somos ni vos ni yo, somos los dos”, porque no hay nada como “ir juntos a la par”.
Con amor
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