Los momentos oscuros son imprescindibles, ellos te impulsan hacia momentos de luz……
Hay momentos, días, incluso semanas en las que nos levantamos sin fuerzas, no podemos explicarlo, pero tenemos la sensación de no sentirnos bien del todo, con la certeza de que algo no va del todo bien.
Te sientes extremadamente cansada. Es un cansancio antiguo, como si llevaras mucho peso en tu espalda.
En realidad, a tu alrededor no está pasando nada grave, todo anda bien. Sin embargo, la fuerza te ha abandonado.
Te levantas como un muñeca rota, caminas con inercia, realizas los actos habituales como una autómata. Te falta motivación, esa que siempre te ha acompañado, esa que te ha permitido ser guerrera, luchadora, creativa.
Sientes cierta inquietud, alteración y angustia inexplicable. Una extraña desazón que no logras comprender.
Te has estado descuidando, por dentro y por fuera. Hasta tu cara tiene un rictus que no refleja quién eres. Miras a través del espejo y no te estás viendo del todo a ti.
Porque esa cara de preocupación, sombría, cansada, triste, esa… ¡no eres tú! ¿Dónde se fue tu sonrisa? ¿Dónde se fue el brillo de tus ojos?
Quién es ésa que está ahí pidiéndote a gritos que hagas algo, que la cosa no puede quedar así, que tienes el deber de hacer algo… ¡pero ya!
Y te preguntas … ¿qué grado de compromiso tengo conmigo misma?
¿Por qué no defiendo a capa y espada mi mente y mi cuerpo? ¿Por qué no hago caso a sus señales? ¿Por qué dejo que se enferme? ¿Por qué no me cuido lo suficiente para no tener que llegar a estos límites?
Seguramente te resuene algo de lo escrito… seguramente compartimos un trozo de historia en común.
Yo he atravesado este sentir en algún momento puntual de mi vida, sin duda no es la primera vez que me pasa. Pero después de varias décadas vividas y mucha auto observación he logrado ser más CONSCIENTE. Me he trabajado más. Me he revisado por dentro y por fuera. Me he enfrentado a mis fantasmas, y me he hecho cargo de lo que soy.
Me ACEPTO dentro de mis imperfecciones. Acepto que lo emocional suele jugarme malas pasadas. Nunca llegando a la gravedad, pero cada vez con más voz. Mi cuerpo y mi mente se resienten si pretendo alejarlos de su camino, mi camino.
Y me planto, y me hablo, y me digo a mí misma que no va a volver a pasar, que saldré de esto a partir de ahora mismo.
Porque me necesito vital, me necesito saludable, quiero dar lo mejor de mí y necesito de mi energía, la de siempre, la que me caracteriza.
Y lo primero que siento es AGRADECIMIENTO, porque tengo herramientas. Soy afortunada y me quiero lo suficiente como para darme cuenta de que tengo que atenderme. Como atiendo a los que quiero, a los que me rodean. ¡Tengo que cuidarme y tiene que ser ahora!
Y lo segundo que me viene a la cabeza es CONFIAR, confiar en nuestro potencial, en la experiencia, y en nuestro cuerpo. Que siempre sabe el camino si te tomas la molestia de ESCUCHARLO.
Y decido darme TIEMPO, tiempo para todo. Para cualquier cosa, para lo que sea. Darme calidad de tiempo para mí misma.
Tiempo para retomar rutinas saludables, rituales diarios, tiempo para sentirme en sintonía, tiempo para comprender lo valioso que es el tiempo.
Me lo decía el otro día una querida amiga: tenemos derecho a frenar, tomarnos el tiempo que necesitemos para reorganizarnos, para observarnos, para no hacer nada.
Decido ESCUCHARME, voy a tomarme los minutos que hagan falta para volver a re-conectar y voy a tener una charla interna conmigo misma y voy a preguntarle a mi cuerpo que necesita.
Y escucharé mi tic tac, y escucharé mis pensamientos; con la misma atención con la que escucho al que lo necesita. Esta vez seré yo la escuchada, la atendida.
Sé que voy a emerger, tengo la certeza de que lo haré fortalecida y seré yo misma pero en versión mejorada pero debo de permitirme tiempos y espacios para desarrollar mis sueños.
Porque el cuerpo necesita tiempo para descansar, para divertirse, para estar en silencio, para dormir. Para andar a su ritmo y así podrá informarme de lo que le pasa y de los que tengo que hacer para estar mejor.
El tiempo va dejando huellas, físicas y emocionales, pero también nos dota de más sabiduría, de más estrategias, de saber que sin duda todo pasa, y a veces necesitamos parar, o incluso retroceder un paso para atravesar las situaciones y seguir avanzando.
No importa hacia dónde dirigir tus pasos, pues quizás no tengamos una meta, o proyecto concreto, pero lo que verdaderamente importa es movernos, continuar, y seguir caminando.
En ese proceso estoy, y vuelvo a atravesar una capa más, vuelvo a perder la piel para enfundarme en una nueva, con un diseño maravilloso por dentro y por fuera.
La estoy imaginando de mil colores y me permitirá vivir más intensamente y estará brillante y dentro de ella vivirán mis sueños y recorreremos muchos caminos nuevos, motivadores y de crecimiento y esta etapa será una vivencia más. Una que me sirva para hacerme más fuerte, más sensible, más flexible, y más comprometida conmigo misma.
Y tú que me estás leyendo … ¿Cuán comprometida estás contigo?
¿Te has preguntado alguna vez porque somos capaces de comprometernos en el cuidado, en la atención de muchas personas queridas, conocidas y no de nosotras mismas?
Comprometernos con nuestra salud es un pacto con nosotras mismas que implica, responsabilidad, formalización, acuerdo y que no vale dejar a la primera de cambio.
Siempre habrá, una situación estresante o triste, algo que nos preocupe o nos estrese, y siempre podemos ponernos una excusa y entrar en un juego lleno de trampas que nos hace estirar como un chicle el momento de comenzar a cuidarnos, ya que la PAZ, la CALMA, el BIENESTAR, debemos de conseguirlo dentro de la tormenta.
Hay que hacer que nuestro cuerpo agradezca cómo lo tratamos y podemos hacer cosas que lo hagan sentirse liviano, pleno y sano.
El tema es justamente revisar el GRADO DE COMPROMISO que merecemos otorgarnos.
Anímate a comprometerte contigo al 100%.
Muchas Gracias
Estoy muy de acuerdo contigo. Porque todo es muy lógico, si yo estoy bien todo irá bien a mi alrededor, por eso tengo que cuidarme mucho a mí misma. Pero lo olvidamos. Gracias.