Ser hijo de padres bajo presión
Ser hijo de padres bajo presión no es tarea fácil. Un bebé viene al mundo libre de prejuicios, bloqueos y limitaciones emocionales. Los bebés nacen sanos emocionalmente hablando. Si tienen hambre comen, si tienen sueño duermen, si tienen frio o calor te lo hacen saber con su cuerpo.
Llegan a este mundo con la sabiduría que su alma trae dentro, totalmente intacta. Inocentes, abiertos, con ganas de experimentar la vida en todas sus facetas. Son los padres bajo presión, esa presión social que se crea alrededor de ellos, la que empieza por limitar a esos seres de luz, que llegan a este mundo tan divino y a la vez tan complicado, lleno de personas caminando en una misma línea, sin preguntarse si quiera, si eso es lo que realmente les hace felices.
Comienzan a comprarle a ese bebé una serie de artilugios que realmente no necesitan. Lo único que necesita un bebé es el contacto piel con piel con sus padres, el tiempo y la dedicación para familiarizarse con su forma de expresar lo que necesita. Un hogar donde reine el equilibrio, el amor y la energía fluya libre de tensiones.
Todo lo demás son adornos que esta sociedad prácticamente impone a esos padres bajo presión. Del mismo modo que la sociedad impone a esos padres una serie de patrones establecidos, los padres a su vez imponen a sus hijos ciertas normas que van poco a poco limitando sus dones por completo desde muy temprana edad.
Se empieza por distraer al bebé con cualquier cosa con tal de que no llore o no moleste. Cuando su llanto es su forma de expresión más necesaria. En realidad, son ellos, con sus dones, los que tienen que experimentar libres su forma de establecer contacto con todo lo que es nuevo para ellos a su alrededor.
Es un error quererlos tener totalmente sometidos con juguetes ruidosos, molestos y sin sentido aparente. Cuantas veces se les hacen regalos a los niños y al final los ves más entretenidos con la caja que traía dicho juguete que con el juguete en cuestión. La realidad es que un niño es feliz con cualquier cosa puesto que todo es novedoso para él. Son los padres que normalmente compran más de lo que necesita ese niño y en la mayoría de los casos es para compensar una falta de presencia en la vida de ese ser.
Ser hijo de padres bajo presión es difícil. Los padres tienen que lidiar con el trabajo, la casa, las responsabilidades de ser adulto, con el añadido de un nuevo ser al que no saben como tratar, puesto que ellos tampoco saben que hacer la mayoría del tiempo con sus propias vidas. Entonces comienzan a limitar a ese nuevo miembro de la familia igual que hicieron sus padres con ellos, repitiendo los mismos patrones que cuando eran niños odiaban de sus padres y juraban no hacer jamás.
- No hables si no te preguntan.
- No molestes.
- Estate quieto.
- No te manches que la ropa se estropea.
- Cuidado con lo que dices.
- No vayas descalzo.
- Cómete todo lo que hay en el plato.
- Ordena tu habitación.
- No hagas tantas preguntas.
Y así un sinfín de cosas limitantes que hacen que crezcas de una forma en la que ya tus dones poco a poco van desapareciendo, convirtiéndote en otra alma vacía carente de motivación. Los niños llegan para realzar sus cualidades y dones y para ello necesitan la libertad de ser quienes vinieron a ser.
Si los mandamos callar pensando que no tienen nada importante que decir, ya crecen con la limitación de comunicarse. Si les decimos que no molesten porque su energía está al 100% y su motivación es tan grande que desborda su fuerza y potencial, haremos que repriman una de sus grandes virtudes convirtiéndoles en seres sin motivación. Si les mandamos estar quietos, porque su revolotear nos molesta, ya estamos perjudicándoles en sus movimientos corporales y en su conocimiento de su físico y como utilizarlo. Pedir a un niño que no se manche es simplemente pedirle que deje de ser un niño.
Ellos necesitan tocar texturas para identificarse y conocerse más allá de si se mancha o rompe aquello que tu les compraste sin que ellos te lo pidieran. Cuando le dices a un niño ten cuidado con lo que dices, en muchos casos es el propio miedo de los padres de que ese niño repita cosas que ellos dicen en privado en casa y que un niño no entiende si está bien o mal, porque en ellos no existe ese término puesto que no juzgan las cosas.
Ir descalzo es uno de los placeres de la vida, simplemente a los adultos se les olvidó al crecer. Comerse todo lo que te ponen en un plato cuando no dejamos que ese niño decida qué cantidad quiere, lo estamos llevando a tener una mala energía hacia algo tan básico y necesario como es la comida. Haciéndole que deje de disfrutar con algo que es maravilloso.
El caos que para un adulto puede generar una habitación desordenada, es quizá porque en su mente si no hay orden entra en colapso. Los niños tienen una gran capacidad de adaptarse a todo, solo que nosotros se la robamos con estrictas normas en muchos casos innecesarias. En su caos ellos están experimentando, jugando, poniendo y quitando de aquí para allá.
No hacer preguntas es para mí de lo más limitante que decirle a un niño. Es su forma más importante de saber, de crecer y de evolucionar. Quizá si no quieres que pregunte es porque estas vacío de respuestas en tu ser interno y esas preguntas te muestran lo muerto que te sientes aún estando vivo.
Hazte un favor a ti y a ese bebé si decidiste ser padre o madre. Juega, experimenta, motívate y sé libre, es tu segunda oportunidad para recuperar tus dones y saber porque viniste a este mundo. Tu hijo es el guía que viene a enseñarte quién eres puesto que lo tenías olvidado.
E-mail: adriana_casanovas@yahoo.es
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