Un juego que muchos jugamos
Los meses que ya pasaron de este 2021 me han dejado un aprendizaje grande sobre mí misma. Desde que estudio Semiología de la Vida Cotidiana y he aprendido a conocerme, lo que más me gusta practicar es encontrar mis patrones de comportamiento. De los que he descubierto, digamos que algunos son funcionales y otros no tanto. De estos últimos, uno muy gigante que me descubrí es el de jugar, así lo he bautizado, El Miserable Rayo.
El juego es algo así: uno juega el rol del rayo de luz que quiere iluminar y hacer feliz la vida de alguien que se siente miserable. El que se siente miserable se deja iluminar hasta que se incomoda y le echa pleito al rayo de luz por ser rayo de luz; el rayo de luz se entristece y chantajea al que se siente miserable hasta que este pide una disculpa y el ciclo vuelve a empezar. ¿Te suena conocido?
Este juego puede tener variables, sin embargo, los comunes denominadores son:
- Una persona que se siente miserable. Por ejemplo, alguien obsesionado por todo lo malo que pasa en el mundo y lo poco que puede hacer para arreglarlo; o alguien clavado en ver el punto negro en todo lo que pasa; alguien que se queja o inconforma de todo, todo el tiempo, pero no hace nada para cambiarlo.
- Una persona rayo de luz. Son el tipo de personas positivas, que le ven el lado amable a todo, que todo tiene siempre una solución y se empeñan en que todo el mundo a su alrededor puede ver el mundo de colores como ellos. Es una persona que alegra una reunión con una plática superficial y casi nunca profundiza en lo que siente.
- El vínculo disfuncional.
- M: Qué triste me siento, el mundo es una mierda que no tiene arreglo.
- RL: Pero mi amor, no digas eso, mira qué bonito está el día, agradece todo lo que tenemos, estamos juntos y el trabajo que haces ayuda un montón.
- M: Me choca cuando te pones toda alegría, ¿qué no puedes ver las cosas que están pasando?
- RY: O sea si, pero me gusta ver el lado amable de todo lo que pasa.
- M: Hay cosas que no tienen lado amable, no seas estúpid@.
- RY: (Llorando) A mi no me vas a hablar así, me voy.
- M: (pasado un tiempo…) Mi amor, por favor, discúlpame, tu sabes que no te quise decir estudip@, ya ves como soy, ven, por favor, te necesito. (besos y abrazos).
A la distancia observo que he estado de los lados del juego. He sido la que se siente miserable y necesita un rayo de luz para echárselo en cara y reafirmarme en eso y también he sido la que se siente miserable y chantajea para obtener la disculpa y el apapacho que la hace sentirse mejor.
No importa qué rol juegues o cuál sea el tema que te lleve al vínculo disfuncional, lo importante es que te des cuenta del juego que estás jugando y te cuestiones si lo quieres seguir jugando o es tiempo de salirse de ahí. Y voy a ser honesta, a veces salirse no es fácil, nos vamos atando solos a un mástil invisible que después no deja que nos movamos.
Date cuenta y actúa.
Date cuenta y pide ayuda.
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