“El coaching no trabaja la emoción, sino que la utiliza para llegar a el pensamiento que la genera”
Esto quiere decir que hay un pensamiento que surge en nosotros debido a una situación, persona o lugar que desencadena en nosotros una reacción química asociada a una emoción. Entonces, ante este estímulo, nos sentimos angustiados. En algún momento asociamos esta situación, persona o lugar a la reacción fisiológica que termina en angustia
Mediante el coaching lo que hacemos es llegar usando, la descripción del cliente de su angustia, como puente hasta encontrar el pensamiento que la origina. La emoción es un reflejo incontrolable. Lo que sí podemos hacer es gestionarla. ¿De qué manera? Trabajando sobre este pensamiento que encontramos que nos genera esas reacciones.
Por ejemplo…
Si pienso que me voy a quedar sin trabajo y eso me genera angustia puedo trabajar sobre esto que me digo. Me pregunto entonces…
- ¿Porque pienso que me voy a quedar sin trabajo?
- ¿Qué sucesos hechos o situaciones me llevan a pensar esto?
- Sí sucediera, ¿Qué podría hacer para que la situación sea menos complicada?
- ¿Puedo prever o evitar esta situación de alguna manera?
- Esto que pienso, ¿Es real o sólo un pensamiento?
De esta forma el coaching te va a permitir reelaborar un pensamiento generando una sensación muy distinta, más atenuada o quizás hasta llegue a disolver esa angustia tan molesta… El cliente encuentra una nueva mirada sobre lo que le está pasando y de esa manera puede continuar desde otra emoción más favorable para su desempeño en la vida.
El coach se prepara para, mediante preguntas, lograr llegar a ese pensamiento y si el cliente tiene la suficiente profundidad y se compromete con el proceso va a llegar a reelaborar ese pensamiento que le genera malestar. Es decir que este proceder aplica a todas las emociones.
Vos, ¿Te animas a preguntarte que te hace pensar cómo lo haces? ¿Te suma pensar así? ¿Te animás a cambiar esa forma de pensar por una más poderosa?
Coach ontológico y vocacional
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