SENTIR, EXPERIMENTAR Y APRECIAR
Como os comentaba en el artículo anterior, estamos distraídos. Estamos constantemente moviéndonos por inercia sin prestar atención a lo que nos sucede. Creemos que haciendo cosas, dejamos de pensar en lo que realmente importa, que es en lo que sucede en cada uno de nosotros.
Dentro de nosotros hay todo un mundo por descubrir, pero por el contrario nos llama más la atención descubrir lo que hay fuera de nosotros. Nos gusta más psicoanalizar a nuestro entorno e intentar llegar a conocerlos, que pararnos a mirar hacia adentro y observar que descubrimos. Nos da miedo…. o eso creo yo. No vaya a ser que observemos comportamientos/pensamientos/emociones que nos asusten… somos ingenuos por naturaleza Y UNOS COBARDES!
Nos distraemos de nosotros mismos de diferentes formas, pero sin duda, la mayor distracción que hoy existe es el teléfono móvil. El móvil es una herramienta maravillosa, pero sin un uso adecuado, se convierte en una herramienta perfecta para la distracción. A mí me gusta compararlo con el ego. El ego es una herramienta de la mente que nos ayuda en mucho, si si, en cierta forma nos ayuda, pero si no sabemos ver que es una herramienta y no la mente en sí, nos engulle. Al móvil le sucede parecido. Es una herramienta muy útil para infinidad de cosas, pero también es un utensilio que nos atrapa y nos hace tener la mente distraída en banalidades.
La falta de concentración y enfoque es la mayor enfermedad que tenemos hoy en día. Nuestra mente está tan estimulada, que no piensa con claridad, y de esa falta de concentración nace la toma de decisiones errónea.
Para dejar de estar tan estimulados, debemos cambiar nuestros hábitos. En primer lugar, saber reconocer los malos hábitos, en segundo lugar, querer cambiarlos y en tercer lugar tener claro que los cambios requieren de un gran esfuerzo por nuestra parte.
Solemos caer en el error de no ver nuestros malos hábitos y si ver y juzgar los hábitos de los demás. Nos encanta ponernos la toga de juez y sentirnos superiores a los demás. Sin saber que de nada sirve decirle a alguna persona de nuestro entorno que tiene que cambiar, si esa persona no lo quiere hacer. Lo mismo pasa con nosotros. Por más que nos digan que hay cosas que tenemos que mejorar, si nosotros no queremos hacerlo, no lo vamos a hacer. Esto sucede porque evitamos el sufrimiento. Al esfuerzo lo llamamos sufrimiento y huimos de ello. Sencillo… Aquí ya sabemos dos cosas más sobre nosotros. Somos ingenuos y muy ignorantes.
El primer paso que tenemos que dar, para no caer en las distracciones del día a día, es filtrar lo que entra en ella, o lo que llamamos los Yoguis PRATYAHARA O CONTROL DE LOS SENTIDOS. El control de los sentidos es fundamental para no caer en distracciones. Nuestros sentidos son los encargados de mantenernos estimulados hacia el exterior y de recoger la información que perciben y desde ahí poder analizar lo que sucede. Los sentidos son captadores de estímulos. Son sensores del exterior, sensores de movimiento. Mantener a los sentidos en un estado de no captación, nos ayudará a que nuestra mente esté enfocada y a saber gestionar nuestro tiempo. Debemos tener la capacidad de crear una burbuja a nuestro alrededor, que nos proteja de los imputs del entorno. Saber auto protegernos de los estímulos exteriores para no dejarnos llevar por la inercia del pensamiento y movimiento.
La meditación es una gran aliada. A través de la meditación podemos conseguir enfoque mental. La meditación nos ayudará a simplificar, a priorizar y a enfocarnos en lo que toca y no en estupideces. Intentar crear una rutina saludable que vaya dirigida hacia la meditación, solo nos puede traer cosas buenas a nuestra vida. Cuando la mente está tranquila y sin perturbaciones, adquiriremos la capacidad de redirigir nuestras acciones a la excelencia. Sabremos ver en nosotros eso que nos apasiona e iremos a ello sin distracciones por el camino. Estaremos centrados en nuestra pasión y sabremos marcar límites. Nos priorizaremos a nosotros antes que al resto (sin ego y con mucho amor propio). Y si, el esfuerzo habrá merecido la pena.
Nadie dice que meditar sea fácil, y si lo escucháis por ahí, es que esa persona no medita. Punto. Cuando nos ponemos a meditar, es cuando más actividad vamos a sentir dentro de nosotros. A la mente no le gusta que le manden, se cree con todo el poder. ¡Se siente la puta ama! Así que paciencia, mucha paciencia… Intenta crear esa rutina de poco en poco, y os aseguro al 100% que llegará a ser una de vuestras rutinas saludables. La meditación desactiva el piloto automático de la acción sin intención.
Habremos adquirido esa fuerza necesaria para no distraernos y a esa fuerza interior ya no le llamaremos sufrimiento, si no, recompensa. Y seremos seres más conscientes y sin tantas distracciones. Seres con los ojos más cerrados y con el corazón más abierto. Tal vez entendamos que la vida no va tanto de pensar y de analizar. La vida va sobre sentir, experimentar y apreciar. Y quizás comencemos a ser un poquito más felices… tal vez…quizás…
NAMASTE