Buscando un nuevo camino
¿Cuándo elegimos cambiar nuestra vida de verdad buscando un nuevo camino?
¿Cuándo concedemos libertad a la creatividad?
¿Cuándo decidimos volver a la escritura?
El primer artículo de mi historia comienza con la reflexión sobre estas cuestiones.
Justo ahora. Aquí en Italia, mi tierra natal, y en plena pandemia.
Poco antes de final de año. Justo antes del gran cambio. Antes de la revolución social y emocional que está por llegar o que ya ha llegado…
Y comienza con una premisa:
Crear una nueva versión de Paolo buscando un nuevo camino para encontrar una segunda oportunidad.
Encontrarme a mí mismo superando todos los bloqueos y miedos que he estado llevando en mi maleta durante mucho, mucho tiempo.
Volver a la Vida sabiendo que es mi derecho de nacimiento ser como soy.
Renunciar a todo, pero nunca a mí mismo.
De ahí el desafío con el destino de “preferir ser incendio antes de morir congelado”, encontrar mi verdadero compromiso con la Vida buscando nuevos horizontes.
Todo empezó el año pasado, en otoño.
Antes de la pandemia…
Y ahora, a distancia de un año, vuelvo aquí.
Pido disculpa desde el principio por los horrores ortográficos, pero soy italiano y me risulta aún difícil comunicar en otro idioma.
En algunas ocasiones podré dejar algunas frases en italiano, porque el libro que aún está en fase de redacción, empecé escribiéndolo claramente en mi idioma natal.
Me gustaría mantener mi autenticidad, manteniendo todo… hasta los errores.
Me ayudaré con videos que pondré en todos estos cuentos que serán solo una libreta de un aventurero perdido por el mundo.
Y el año pasado en este periodo este Pinocho vivía rodeado por el mediterráneo.
“Después de un período de gran soledad y profunda interiorización en Menorca, siento como nunca antes me había ocurrido, la necesidad de dejar rastro de este viaje que comenzó en el 1999, el siglo… el milenio pasado, en Hammamet y que parece haber terminado en “sa illa”, el ultimo paraíso en medio del Mediterráneo.
Un período que siempre guardaré con Amor en el baúl de mis recuerdos.
Han sido años inolvidables.
Todavía recuerdo el día que decidí irme, marcharme de casa.
No tenía idea de adónde iría.
Simplemente sentía una insostenible necesidad de alejarme de mi barrio “alla ricerca della famosa fortuna».
Me sentí por primera vez un viajero, un aventurero, un soñador que finalmente encuentra la fuerza para ir a descubrir el mundo.
Me iba sin saber adónde iría, ni cual era mi meta.
Sabía que el destino se llamaba Hammamet, que estaba en Túnez y que tendría que quedarme allí dos meses.
Habría sido animador turístico en un pueblo de vacaciones por pocas “liras”, una cama en una habitación compartida y algo de comer…
Pero esto no me asustaba, al revés me excitaba.
La gana de descubrir el mundo era más fuerte del miedo en salir de mi zona de “confort”, que todo era menos que confortable.
En ese momento de mi vida no importaba el lugar de llegada, pero lo que sentí fuertemente en mí fue la necesidad de marcharme y alejarme de mi lugar de origen.
Quizás el primer escape de una serie interminable.
Me alejaba de mí mismo, de mi realidad.
Hoy bendigo esa partida porque me ha traído hasta aquí, hasta lo que soy.
Tal vez si me hubiera quedado mi vida hoy hubiera sido diferente y también mi escribir, sentir, mi manera de amar, relacionarme, comunicar, de hacer arte, tal vez me hubiera vuelto mejor, tal vez no.
Pero en el presente no hay necesidad de vivir de «si» o «pero», o centrándote en una historia que no es la realidad.
Hay que saber aceptar y aprender de la peli de tu pasado.
En la presencia regalamos a nuestro corazón el tiempo que necesita para escucharlo.
Sin embargo, puedo confirmar que vivir en un barrio popular no siempre es fácil, y aunque hay grandes dificultades para muchas personas y familias que viven allí, a pesar que haya vivido momentos realmente difíciles de olvidar, siempre guardaré un recuerdo positivo de mi período.
Hasta el primer día de mi aventura, habia vivido en el barrio popular de San Valentino a las afuera del pueblo di Cisterna, a 50 kilómetros de Roma, la ciudad eterna.
Y siempre repetiré que lo de haber tenido una infancia y una adolescencia “popular” es motivo de gran orgullo para mí.
A partir de ahí comenzó mi viaje.
Dejé la universidad y empecé buscando un nuevo camino.
Un par de maletas de piel sintética, de «cartón», esas 4 camisas viejas, unas camisetas de verano y muchas ganas y curiosidad de saber qué me enseñaría la vida.
Era joven, sin experiencia y sin ningún miedo, al menos eso creía.
Fui a la estación del pueblo, y de allí al aeropuerto de Fiumicino.
En el tren miré el paisaje y las campañas de mi tierra que estaba a punto de dejar.
Allí percibí que, a pesar de la euforia del momento, algún día habría tenido que saber soportar la sensación de nostalgia por mi raíz, por mi familia.
En mis recuerdos la visión de aquellos instantes son tan nítidas que parece el año pasado…
Empecé de chico buscando el sendero y la suerte, y hoy estoy aquí para contar el recuerdo de esos primeros pasos a través de los ojos de una persona ‘casi’ adulta.
Un viaje que en fases intermitentes ha continuado por más de 20 años.
20 años de vida que yo llamaría espectaculares.
Sí, es cierto, he dicho espectacular, pero no fácil.
Hammamet, Courmayeur, Sharm el Sheikh, Ibiza, Maldivas, Marsa Alam, Madrid, Castilla León, Tenerife, Barcelona, Málaga, Mallorca y muchos otros lugares hasta el mágico encuentro con Menorca.
Cuántas historias tendría que contar.
Cuantas historias contaré en este periodo de transición.
Cuántas historias que quizás sería mejor no contar …
“Me he ido a comprar cigarrillos”, como se suele decir, y después de veinte años todavía no había encontrado la fuerza y quizás el coraje para el camino de regreso a casa.
Soy más en retraso yo que Ulises con su Itaca.”
Pero gracias a esta larga caminata, hoy me siento feliz de poder abrir los brazos a una nueva visión hacia los cambios.
Volver a escribir desde el cuarto donde he vivido aquella adolescencia y mirar mi pasado y mi entorno actual con ojos diferentes, es como un despertar después de un largo sueño.
Es como cuando durante la noche esperamos el amanecer para poder volver a recibir el calor de la Luz, sabiendo que puedes empezar en este preciso momento, buscando un nuevo camino con un simple paso y siempre con los pies descalzo sobre la tierra.
“El pasado en todos sus momentos nos ha hecho lo que somos…
únicos e irrepetibles.
Prácticamente ahora está claro que en la historia de la Vida no hay nadie que sea completamente igual a ti, cada uno de nosotros es único e irrepetible, por eso tienes derecho a expresar todo lo que llevas dentro, porque si no lo haces tú, nadie podrá hacerlo por ti, y si alguien lo hará por ti, nunca será como tu quisiera o pudiera hacerlo.
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no salvo a ella, no me salvo yo…
Equivocarse es una manera de aprender y entenderlo es un ejercicio de humildad.
Somos únicos e irrepetibles y también lo serán nuestros errores y nuestros logros.
Lo que nos espera en el futuro nadie lo puede decir, pero si estoy aquí es porque finalmente he encontrado la fuerza y el coraje para volver a escribir.
Porque es hora de salir de la cueva y enfrentarse a los miedos.
Hablar de las pequeñas Verdades. Dar voz –al silencio de los silenciados-.
Compartiendo una forma de abrirse al perdón y abrazar el Amor verdadero para encontrar.
Describir mis relaciones emocionales, humanas y profesionales, celebrando los resultados y las caídas que representaron mis días fuera de casa.
Disfruta de lo conseguido… disfruta de lo que haces y eres.
El cambio solo puede darse en el presente y solo amándonos a nosotros mismos podremos redescubrir el camino de la felicidad buscando un nuevo camino.”
To be continued….
0 comentarios