Vamos viviendo de prisa y en automático que no nos damos cuenta de lo que consumimos ni mucho menos de la que les damos a nuestra familia.

Hemos sido blanco fácil de la industria alimentaria sobre todos de la bollerías.

Han lanzado buen marketing tanto en las redes sociales como en los supermercados.

Sobre todo, en los súper mercados Tienen las cosas acomodas para consumir más.

Por ejemplo, en las cajas del súper, los dulces están acomodados hasta cierta altura para que los niños puedan tomarlo con facilidad.

Es importante tomar consciencia de lo que le damos a los niños.

No digo que un dulce esté mal si no la frecuencia y el exceso con el que se los damos.

Se ha investigado que, el 70 % de lo que les damos a los niños es por entretenimiento o bien si estamos realizando un trabajo en casa les damos lo que sea con tal de que nos deje terminar el trabajo, falta de organización.

O bien cuando lloran lo primero que tomamos es un dulce para que dejen de llorar.

Sin embargo, esas situaciones a la larga les repercuten y crecen necesitando tapar sus emociones con dulces se vuelve un bucle emocional enorme repercutiendo en su cuerpo y mente.

Realizaron un estudio en Harvard en adolescentes y niños donde el 80%.

De los que se excedían de azúcares refrescaos y comida rápida tendían a sufrir de depresión.

Es importante cuestionarnos el tipo de alimentos que compramos y consumimos.

¿¿Para qué lo hacemos?? 

¿Con que frecuencia? 

Si es por falta de tiempo cuestiónate.

¿Compro comida rápida por falta de tiempo o falta de organización? 

¿Cómo puedo organizarme mejor? 

¿¿Desde que acto de conciencia le estoy dando este dulce al Niño?? 

 Sandra Ramirez

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