Una de las relaciones interpersonales de moda, es la que no implica compromisos. Vivimos en tiempos de inmediatez, aceleración, fluidez, cambios constantes. Y las relaciones no han escapado a estos patrones. Dejamos en el pasado el amor romántico, de telenovela, soñado y lo cambiamos por el otro extremo, la indiferencia, el «touch and go», y las relaciones basadas únicamente en los impulsos del momento.

Luciano Lutereau, (Doctor en Filosofía, escritor) realizaba una reflexión acerca de esto, el pasado 14 de Febrero en que se celebraba el «Día de los Enamorados» o «Día de San Valentín», y escribía:

<<En el amor del siglo XXI, nos volvimos “emprendedores”; queremos ser “nuestros propios jefes”, aunque a veces parecemos más bien esclavos de las aplicaciones de citas, el desgano y el desencuentro, porque ya no nos quedan instituciones amorosas en las que ampararnos (noviazgo, matrimonio, todas figuras nostálgicas del pasado) de acuerdo con las cuales regular nuestros vínculos…

Hoy decimos que somos libres y el amor nos mira de reojo y dice: “Si ustedes lo creen y no lastiman a nadie…”>>

Y aunque muchos no quieran «comprometerse», lo cierto es que lo que se espera de esa relación es mucho y hay varios requisitos a cumplir: uno de ellos es la disponibilidad, se espera que el otro/a esté cada vez que se desee satisfacer una necesidad sexo-afectiva (más sexual que afectiva, claramente.

También, que comprenda sus tiempos, y que entienda que no siempre puede porque primero están sus obligaciones e intereses personales diarios. Se pide que se conserve una distancia que no lo invada, que lo que tienen se mantenga oculto a los ojos del círculo social y de la sociedad en general, entre otras artimañas.

NARCISISMO ENCUBIERTO

Estamos en pleno narcisismo en el siglo XXI, dice Lutereau, y lo descripto en el párrafo anterior no hace otra cosa que demostrar que uno de los integrantes de ese «acuerdo de no compromisos», ejerce su poder y manipulación por sobre la otra persona.

Uno de los dos maneja esa relación, y es la que seguramente, exige no comprometerse, tapando así el miedo y la inseguridad que le produce estar en una relación. Quizás por malas experiencias, quizás por simple cobardía.

«Estoy mientras obtenga lo que quiero», ese es el mensaje que encubre ese accionar. «Y cuando me canse o me aburras, o te pongas tóxica/o, te dejo, total, no hay compromisos». Y así como a diario generamos basura y contaminamos el medio ambiente, así también se desechan a las personas como si fueran descartables.

GENTE QUE HACE ACUERDOS

Cada vez hay menos parejas, y más gente que hace acuerdos. «Pasar el rato», «lo que dure», «mientras no lastime», son cosas que podemos escuchar. Entonces, se juntan dos adultos a realizar un acuerdo, asumiendo que no hay espacio para el reclamo, que es algo que es efímero, donde obviamente no se va a construir ningún tipo de relación más que lo que dura un acto sexual.

Allá lejos quedó el amor, el romanticismo, el construir, el conocerse y complementar dos vidas que podrían ser compatibles en muchas cosas más. Hoy en día el sexo es tan común que lo realmente atractivo es conocer a una persona que te ofrezca respeto, ganas de compartir una charla y conocerte como persona.

Y en este panorama, también tenemos a las personas que hacen un culto a la soledad. Que para evitar entrar en todo lo que conlleva una relación, prefieren quedarse totalmente solas. Argumentando querer «paz», eligen la soledad como la mejor opción.

Creo que ningún extremo es totalmente positivo, más me pregunto, y les pregunto: ¿estamos ante la muerte del amor de pareja tradicional? ¿tanta deconstrucción del ser humano, nos ha dejado vacíos de lo que nos define como tales? Es decir, «seres eminentemente sociales, formando complejas redes asociativas, incluyendo sofisticados sistemas de parentesco».

Claro que, seguramente, hay excepciones. Todavía quedan valientes que deciden emprender un viaje compartido. Aunque en estos tiempos, no sé si es valentía u osadía. ¿Vos qué pensás? Déjame tu comentario y compartí este artículo para que sigamos reflexionando en comunidad.

Con amor,

Deby Q.

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