Trimurti

Luego de un tiempo practicando yoga, y como he sido por décadas un enamorado de la docencia, profesor de derecho en temas cercanos a la filosofía (relación del ser humano con el ambiente, derechos humanos, patrimonio cultural), me fui interesando en la posibilidad de devenir profesor de yoga.

Para ello, luego de una grata sugerencia de una exalumna yoguini, me inscribí en la Escuela Internacional de Yoga[1], con sede en Madrid, España, donde pude aprender mucho de la mano de estupendos maestros en temas de asanas, pranayama, pedagogía, meditación, anatomía y filosofía. Dos años intensivos de profunda reflexión e intuición me permitieron obtener una acreditación profesional de 400 horas.

Ahora bien, uno de los aspectos de estos estudios que más me motivaron fue, y lo sigue siendo, el de la filosofía hinduista, cuya enseñanza estuvo y sigue estando a cargo de una persona de noble corazón y gran conocimiento, como lo es Swami Krishnananda[2].

Así pude entrar en contacto con una aproximación sencilla hacia el entendimiento de lo que plantea el hinduismo, en alguna de sus múltiples facetas.

Ya en anteriores artículos he tenido oportunidad de hablarles acerca del Bhagavad Gita[3], del Raja Yoga[4], del Hatha Pradipika[5], del Vedanta Advaita[6], y de colar la sabiduría hinduista de alguna forma en todas las entregas que gentilmente me viene publicando WebsmBook[7], de manera de ayudarnos a entenderla y a asumir su benevolencia en una práctica cotidiana, que poco tiene que ver con religión y mucho con un mejor vivir para todas las personas.

En esta ocasión quiero hacer referencia a la Triada Hinduista, Trimurti en sánscrito, no sin antes dejar de señalar que las trilogías o trinidades divinas son muy comunes en todas las mitologías, tanto asiáticas como indoeuropeas. Incluso en la religión cristiana, a pesar de que no se hable en los textos originales de una trinidad, a partir de Mateo 28:19 se comienza a concebir una “Santísima Trinidad”, cuando relata que Jesús dijo: “Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Pero entremos ahora a esto de la Trimurti.

Con posterioridad a la filosofía Vedanta Advaita, época durante la cual imperó indudablemente la idea de que “yo soy eso” o “yo soy aquel” (“So Ham”), bajo el concepto monista de a-dualidad, según el cual todo y todos somos Dios o el Absoluto Universal, poco a poco se fue implantado un panteón hindú, en una suerte de surgimiento de la dualidad, en donde los seres humanos estaban de un lado, y del otro tres grandes dioses de igual jerarquía.

Se trata de Brahma, Vishnu y Shiva, cada uno todo poderoso en un determinado aspecto del poder divino. Cada uno situado en su propio espacio, su propio “cielo”, perfectamente determinado. Pero indisolublemente complementarios los unos de los otros, pues sus respectivos poderes divinos inter dependen entre sí.

En este orden de ideas, Brahma es el creador del mundo, quien preside entonces la creación; Vishnu es el gran conservador y protector del mundo; y Shiva es el destructor, quien dirige la disolución de todo al final del ciclo cósmico. 

Pero es de advertir que no se trata ni puede ser visto en forma global y absoluta como un proceso lineal y cronológico, en el cual primero se crea todo, luego de conserva todo y al final se destruye todo. No. Nada que ver. En realidad, son tres procesos que confluyen permanentemente, pues a cada creación (precedida de una destrucción) sobreviene un momento de conservación sucedido por su destrucción, al objeto de una nueva creación, cuando simultáneamente otras cosas, objetos, ideas, apreciaciones, sensaciones, sentimientos, etc. están sea creándose, conservándose o destruyéndose.

Por tanto, las tres divinidades actúan por separado, pero en concierto, tal como ocurre con los diversos instrumentos en una orquesta sinfónica, al momento de interpretar una sinfonía y otra y otra. Cada instrumento interviene, mantiene su participación y se detiene, mientras otros hacen lo propio en paralelo o no, pero todo en simultáneo.

De esta manera, Brahma es el responsable permanente de la aparición indefinida de nuevas entidades, circunstancias, formas, etc., y es el inspirador de la creatividad humana. Vishnu es quien cura las enfermedades y augura la prosperidad y el bienestar, ayuda a la humanidad a través de los avatares en los que reaparece, como Rama, Krishna, Buda, etc. Y Shiva es quien coloca los obstáculos necesarios para el aprendizaje, destruye las fuerzas negativas y conduce a la superación de las etapas que nos llevan al despertar espiritual, por lo que se le tiene como el dios de la muerte y del renacimiento.

Tratemos de hacernos comprender acerca de cómo estas representaciones se nos hacen cotidianas, sin importar las creencias o no que podamos tener, pues lo importante, más allá de los rituales religiosos, es el valor de los símbolos que nos pueden mantener atentos a todo, en un ejercicio de plena consciencia. Veamos:

Tengamos el caso de una nueva relación. Conocemos una persona en la circunstancia que sea, nos es presentada por un conocido común, la tropezamos accidentalmente, la buscamos porque asistimos a una conferencia que dio y nos motivó, etc. El punto es que si hay empatía (podría decirse Vishnu ofreciendo oportunidades diversas), puede surgir una relación amistosa, amorosa, profesional (podría decirse Brahma creando esa relación y Vishnu incitando a conservarla). Empero, si comienzan a surgir desacuerdos, malentendidos, tensión, incomodidad, decepción, etc., puede suceder que anhelemos mantener la relación por considerar que se la puede ayudar o toda otra razón (Vishnu operando), o que se haga patente su toxicidad, y le pongamos fin, alejándonos de esa persona (Shiva destruyendo), y dando posibilidad de que haya nuevas creaciones, conservaciones y destrucciones.

Por supuesto que por destrucción no debemos entender en forma absoluta el fin de la relación, pues también actuaría corrigiendo o enmendando la causa de la molestia. Y con ello habiendo creado un nuevo statu quo a esa relación, que ameritaría su conservación.

Otro ejemplo es el de la zona de confort. Quien a raíz de unos estudios culmina una formación, da inicio (Brahma creando) a una actividad profesional determinada. Con su experiencia y su prestigio bien ganado se siente realizado, como pez en el agua y para nada avizora cambiar de ramo para dedicarse a otra cosa (Vishnu conservando). Empero, por circunstancias indeseables se ve forzado a migrar y en su país de destino no logra encontrar trabajo en aquello para lo que tanto estudió, se siente preparado y útil a la sociedad, y la necesidad apremia, forzándole a buscar otra forma de ganarse la vida. En casos así, hay quienes se aferran a su historial cayendo incluso en profundas depresiones cuasi invalidantes, empecinados en conservar (Vishnu mal entendido) lo que ya no es posible. Otros, en cambio, miran hacia lo nuevo con ánimo de vida e intención de logro (Shiva destruyendo), y asumen nuevos retos, formaciones, empleos, emprendimientos (Brahma creando).

Es entonces prudente, apreciados lectores, estar en una permanente atención acerca de todo lo que hacemos y sentimos, y de lo que intuimos, para que en ese camino a la felicidad, que como sabemos, ha de ser el camino cuando recordamos que la llevamos dentro, como a la serenidad, para que no nos ceguemos a nuevas oportunidades, no nos aferremos o apeguemos a situaciones negativas, valoremos y agradezcamos lo que tenemos, y podamos superar los escollos, dejándolos definitivamente atrás, con una sonrisa en los labios.

Alberto Blanco-Uribe

4 Comentarios

  1. Mariela

    Gracias por compartir tus conocimientos y sabiduría y tu continua invitación a ver mas allá mostrándonos con tu ejemplo un camino…un abrazo

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    • Lilo

      Gracias, Alberto, por ayudarme a ampliar mi manera de ver las cosas. Un abrazo.

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      • Alberto

        Querida Lilo, muy agradecido de haberte podido servir. Tu comentario lo recibo con humildad y satisfacción por tu reconocimiento. Un abrazo

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    • Alberto

      Gracias Mariela, mis padres me enseñaron que se debe siempre transmitir el conocimiento. Ya los demás verán lo que hacen con la información y las sugerencias. Pero uno no debe cesar en tratar de servir a los demás. Siempre en la gratitud con tus comentarios. Un abrazo

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