Escrito por Catalina Vega Rodríguez
Mucho se dice en el mundo de los negocios de la importancia de la planeación, de cómo el profesionalismo va de la mano de la estructura, la preparación y que siempre será riesgoso, e incluso hasta poco serio, caer en la improvisación. Pero, en los negocios y en la vida las reglas de juego pueden cambiar en cosa de segundos y en esos momentos en que se te mueve el piso es la capacidad de adaptación y rediseño la que nos permite salir a flote. Entonces, ¿qué prima la planeación o el rediseño?
Hoy con claridad sentida puedo decir, que entrenarnos para nuestra reinvención personal es la inversión más importante que podemos hacer en nosotros mismos, pero que a veces la vida nos manda sin pedirlo los más grandes entrenamientos y está en nosotros elegir recibirlos y aprovecharlos.
Escribo este artículo probando en carne propia la importancia de la flexibilidad y la adaptación. Hace una semana me separé de mi pareja, del compañero que había elegido para mi vida y quién consideraba un gran soporte emocional para encarar muchos de los retos e incertidumbres del emprendimiento, adicionalmente el día que me mudé a mi nueva vivienda, con una pila de cajas por desempacar y una casa por organizar me caí y me lastimé el tobillo derecho (esguince grado 2).
Bajo estas experiencias recientes, entiendo con una claridad que atraviesa cada una de las células de mi cuerpo, que el universo a veces nos empuja a expresar lo mejor de nosotros mismos y es justamente en aquellos momentos y circunstancias en las que no queda otra que decirnos un: SO FUCKING YES! Y justamente en esos instantes de qué se trata: ¿De planeación o rediseño?
¿Y sabes por qué? Porque cuando la cosa se pone dura, o te agrandas ante las circunstancias, o te sientas a tenerte lástima y te come el tigre. Es decir, te rediseñas, si eliges salir airoso y plantarte frente a la vida.
Para mi satisfacción personal y amor propio me la he tomado con entereza, aprendiendo a hacer limonada con los limones que me han llegado. Me siento además en gratitud con las inmensas bendiciones que me ocurren en paralelo: como la amistad invaluable que me sostiene en este momento, los angelitos que genuinamente siento que me llevan de la mano, el convencimiento de que se pueden cerrar ciclos amorosamente pese a las situaciones difíciles, la fe que ahora me acompaña más que nunca, la claridad de propósito de vida que aún me ilumina y la sensación de que puedo vivir con mucho menos de lo que imaginaba, pero con más abundancia de la que pudiera haber visualizado.
Decidí escribir este artículo compartiéndome de la manera más honesta, pensando en todos aquellos que como yo planearon su vida bajo unos supuestos que por el camino se desdibujaron. Los que probablemente puedan estar sintiendo que se les vino un tsunami que no se vieron venir. Aquellos que se exigen mucho y se han solicitado muchas veces enormes dosis de planeación y disciplina. Personas que a veces necesitan que la vida los aquiete y les susurre al oído, ve con el flow, confía, da lo mejor de ti y ríndete al proceso.
Primero, no estás solo. A todos alguna vez se nos ha movido el piso y siempre aparecen seres inesperados para sostenernos.
Segundo, pese a todo, la vida es un regalo lleno de enseñanzas, que requiere de nosotros aprender a apreciar.
Tercero, todo pasa, nada es estático, nada es eterno, todo está en construcción y movimiento.
Cuarto, elegirte a ti y verte como tu mayor sostén y hogar requiere seguridad y valentía. Pero, de seguro, te elevará el espíritu.
Hablábamos con una amiga, cuya salud se ha visto terriblemente golpeada también iniciando su emprendimiento, que a veces la vida nos manda regalos mal empacados, regalos que por fuera se ven feos, dolorosos, tristes, pero que traen consigo nuevos dones, distinciones y aprendizajes que antes no podíamos ver y que sin duda nos llevarán a un siguiente escalón de nuestra vida.
A lo largo de estos 39 años de recorrer este planeta tierra, he sabido con creces que se aprende a conducir mejor en la vía destapada que en la pavimentada (metafóricamente hablando), que la destreza del conductor se mide en las peores carreteras, pero además se pule y se entrena.
A veces el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos es un salto de fe, un arrojo sin cuestionamientos, un ¡Hágale pues!, que por el camino se aliviarán las cargas.
Te abrazo con mi corazón si te sientes identificado, ya somos dos para hacernos barra y déjame un comentario si te sentiste conectado e inspirado a decirte: SO FUCKING YES! Sin importar lo que sea que estés pasando y lo que esté por venir. De esta y de todas salimos, porque a eso vinimos y para eso estamos.
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