En diversas circunstancias hemos tenido la oportunidad de referirnos a la trascendental actitud de la gratitud ante la vida.

Así, hemos podido anunciar, sugerir y recomendar a todos con quienes hemos podido hablar al respecto, que ser agradecido es, sin duda, la clave de la felicidad.

Cuando te sientes agradecido por algo, por pequeño que pueda parecer, una ligera sonrisa te aparece en el rostro, sonrisa que acuerda una sensación de paz interior y de serenidad, que va mucho más allá de la envergadura de los problemas que pueda la persona estar atravesando.

Es por ello por lo que hemos oído y leído que la felicidad no está en la ausencia de escollos y situaciones difíciles, sino en la actitud positiva con la que se asuman esos eventos complicados.

Si uno es realmente observador de sí mismo, puede encontrar múltiples razones para dar las gracias: un nuevo amanecer, estar vivo, estar sano o no tan enfermo, o estar en plena curación, tener algo que comer, poder ducharse, contar con amistades, una flor en el camino, una nube graciosa, una película o libro divertido, una bocanada de aire fresco, la movilidad corporal…

Quizás algo un poco más complejo, frente a hechos penosos, sea la aceptación frente a lo que es o lo que pasa, pero cuando se logra ponerla en práctica, hay que ver como se experimenta esa tranquilidad que libera de cargas e invita a la felicidad, y que se reproduce ad infinitum al agradecer. Ya pudimos distinguir la aceptación de la resignación en http://websmbook.com/aceptar-o-resignarse/ y también pudimos demostrar que todo termina pasando en http://websmbook.com/la-impermanencia-cantada-por-celia-cruz/

Por otro lado, invocando la fuerza de las palabras aunada a la ley de la atracción, en http://websmbook.com/da-las-gracias-y-vive-satisfecho/ pude expresarme acerca de la necesidad de asumir el ser agradecido como actitud, vocación o estado de vida, reconociendo en constancia cada momento que nos ofrece la vida para dar las gracias. Digo allí y lo reitero aquí, que la gratitud es el eje de una sociedad colaborativa y solidaria.

Empero, lo que aspiro destacar en las presentes líneas es la profunda diferencia que existe entre dar las gracias y estar agradecido, pues por extraño que ello pueda parecer, es posible que una persona dé las gracias en una situación dada, pero que en el fondo de su corazón no sienta agradecimiento.

En efecto, hemos de explorar el tema desde lo que tratamos en la educación de enseñar a nuestros hijos, alumnos y pequeños (y no tan pequeños) en general, cuando les invitamos (o incluso les increpamos) a dar las gracias o decir gracias, cada vez que alguien de algún modo nos presta servicio, al cedernos el paso, obsequiarnos un regalo, pasarnos algo que no estaba a nuestro alcance, etc.

Entonces afirmamos que alguien es educado o que está muy bien educado, al ver que da o dice las gracias en circunstancias como esas.

Y sucede así que juzgamos a una persona, en este caso acerca de si es educada o grosera, en función de conductas, comportamientos o hábitos externos, muchas veces meramente superficiales y hasta automáticos, como el decir o no gracias en situaciones en las que la moral de la sociedad espera y exige que se diga. Y ello desde un aire de superioridad, típica de todo juzgador.

Ahora bien, no es nuestro tema, en esta ocasión, pasearnos acerca de las diversas causas posibles que pudiesen explicar que alguien, en algún momento, no diga gracias, y ello no por falta de “educación”, sino por estar distraída, sumida en algún dolor interno, concentrada profundamente en algo, y demás razones posibles.

No. Para nada.

Lo que buscamos es evidenciar que el tema parte de un enfoque equivocado acerca del verdadero fin de la educación.

En este orden de ideas, esperamos que la gente dé o diga las gracias y para ello la familia y la escuela se asocian para generar gente “educada”. Pero ¿qué es o qué debería buscar la educación?

En nuestro concepto, desde esta perspectiva, el verdadero fin de la educación no estriba en generar gente con buenos modales. No nos interesan personas que desde el ego profieran la palabra gracias, de modo que se les aprecie por estar “bien educadas”. Es decir, como un instrumento para conseguir la admiración ajena, con apego al resultado de ser acogida, tolerada y hasta querida.

Y esto, obviamente, más allá de lo que se esconda en el corazón del diciente de las gracias.

Nosotros estimamos que, en el seno de una sociedad colaborativa y solidaria, el fin supremo de la educación debería incidir en el sentir de las personas y en su actuación coherente, honesta y sincera para con tal sentir.

De tal manera que quien dé o diga las gracias lo haga no “de la boca para afuera” o como mera señal de cortesía, sino como resultado de un sentimiento genuino de agradecimiento, de gratitud.

Cabría así acotar que todo cuanto hemos escrito acerca de la gratitud, como actitud y vocación de vida, y sus subsiguientes beneficios para con uno mismo y su entorno, particularmente en cuanto concierne a la vivencia cotidiana de la paz interior, de la tranquilidad, de la serenidad, de la abundancia, de la satisfacción y de la felicidad, depende de que la persona realmente perciba y valore el sentimiento de agradecimiento en su corazón.

En otras palabras, todo radica en la intención con que la persona defina y asuma su vida, día a día y noche tras noche.

El tema en general de la intención de vida, que implica la auto decidida determinación de la voluntad en orden a un fin dado, que en este caso es el de vivir permanentemente en el agradecimiento y constantemente manifestarlo a sí mismo y a los demás, se encuentra tratado en http://websmbook.com/sankalpa-la-intencion/

Esta intención o sankalpa (en sánscrito), nos lleva a orientar o alinear nuestra voluntad firme y consciente situada en nuestro Manipura Chakra (chakra del plexo solar), con nuestro amor compasivo e incondicional ubicado en nuestro Anahata Chakra (chakra del corazón), de modo de vivir a plenitud de la gratitud.

Cada vez que lo recuerdes, respira sonriente. Di en tu mente “he llegado” al inspirar profundamente, y al espirar lentamente di en tu mente “estoy en casa”, y vive en el agradecimiento.

Alberto Blanco-Uribe

6 Comentarios

  1. Silvia

    Décor gracias es reconoces Al Otro valorisar su esfusrzo su atenciion a nuestra persona

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    • alberto

      Efectivamente Silvia. Al dar las gracias a alguien no te pones desde el ego a dar tributo a lo que te dan, no. Por el contrario, como bien dices, dar las gracias es un reconocimiento humilde a la dedicación del otro. Gracias por leerme y comentar. Un abrazo

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  2. Sabino

    No sé si vivo en agradecimiento,pero cada día que despierto agradezco por ese nuevo día. Siempre pienso que gracias y gratitud son diferentes: una es muestra de cortesía y la otra de agradecimiento,incluso cuando rechazas algo ofrecido con un «gracias» es cortesía: quiere más vino,» no,gracias».Pero retribuir con gratitud una buena intención es sentirse y vivir en bien consigo mismo y con los demás.Felicitaciones por tus excelentes reflexiones.Saludos

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    • alberto

      Muchas gracias por tu comentario apreciado amigo. Y no se trata de un gracias de cortesía, sino de sentimiento. Entiendo la diferencia que planteas desde tu criterio y la respeto. Yo opino que son lo mismo siempre que el corazón este implicado.
      Fíjate que incluso si dices gracias al rechazar algo, a mi modo de ver puedes estar en el agradecimiento, mas allá de la cortesía, puesto que lo que rechazas es lo ofrecido, mientras que lo que agradeces es el gesto de que te ofrezcan algo.
      Ya extrañaba tus interesantes comentarios a mis artículos. Mi agradecimiento y respetos. Saludos.

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    • Darlys

      Agradecida con este artículo. Siempre tan brillante en todo lo que escribes . Gracias por tu bondad, dedicación y enseñanza .

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      • Alberto

        Gracias a ti apreciada amiga lectora. Usando el gracias y manifestando tu sentir de agradecimiento, veo que practicas el punto de lo tratado. Honrado

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