Así, sin más. En tiempos de “dejar ir”, se terminan relaciones por mensaje. Ya no se cuida, no se nutre, no se sostiene, no se repara…se deja ir. Aplica a todo tipo de relaciones y creo que todas, hoy por hoy, están en crisis. Crisis en las relaciones interpersonales, crisis en los valores que nos identifican como seres humanos, hay crisis en la humanidad.

El significado de crisis es: “situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso”. Pero las crisis no son eternas, tienen un comienzo y un fin como todo en esta vida y como la vida misma. Comienzan a partir de un suceso o acontecimiento, tienen un período en el que se van rompiendo cosas, pensamientos, patrones, ideas, hasta llegar al final.

Y en el final pueden pasar 3 cosas: que haya una separación definitiva y que se tomen caminos distintos. Que haya una transformación, es decir, que ya nada va a volver a ser lo que era sino que se va a convertir en otra cosa. O la opción tradicional de reparar los daños ocasionados en la crisis, para recuperar la esencia de lo que alguna vez unió y darle continuidad.

Esta última está en un período de lenta agonía. Lamentablemente.

¿DE QUÉ LADO ESTÁS?

Se han armado bandos. Por un lado, los que hacen culto y adoración al amor propio. Y está bien. Venimos de generaciones de personas rotas emocionalmente por no saber amarse a sí mismos/as. Por no saber poner límites, por estar siempre para los demás y entregarlo todo, entre tantas otras razones.

Pero ese camino hacia el amor propio, se ha convertido también en un camino hacia la soledad, rozando el límite con el egocentrismo. Un “viaje del héroe” en el que se atraviesan una serie de fases, pruebas y obstáculos que van forjando la personalidad y la conducta. Y que, a mi modo de ver, termina convirtiéndose en el ermitaño del tarot, llegando a un punto en el que viaja por un túnel oscuro, con un farol en la mano, alumbrando el propio camino, en soledad.

¿De qué sirve tanto camino, tanto recorrido, tantas experiencias, tanta sabiduría si no se va a compartir, si va a morir adentro de la persona, con la persona?

Por otro lado, tenemos a los que hacen culto y adoración a la falta de compromiso. De ésto ya escribí un poco en mi artículo anterior.

“No me comprometo por”: miedo, cobardía, egocentrismo, amor propio, inmadurez emocional, ausencia de valores, etc. Por todas o ninguna. Por una o varias. Lo cierto es que todos los caminos llevan a la muerte de las relaciones interpersonales, tales como las habíamos conocido hasta ahora.

DECONSTRUCCIÓN QUE DESTRUYE

Tanta deconstrucción terminó por destruir lo que nos unía como humanos. Tanto abrir la mente nos llevó a cerrar “el corazón”. Tantas malas experiencias nos llevaron a levantar un muro contra los sentimientos. Tanta liviandad en el compromiso, el respeto, la entrega, nos llevó a desechar personas como quien tira una latita a la basura.

De cada uno depende cómo va a terminar esta historia. Si en separación definitiva, si en una transformación o en una reparación. La esperanza es lo último que se pierde, dicen. Porque las crisis también, pueden ser oportunidades, siempre que se esté lo suficientemente despierto/a como para darse cuenta.

¿Vos qué pensás? Déjame tu comentario y compartí este artículo para que sigamos reflexionando en comunidad.

Con amor,

Deby Q.

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