La Estrella de Jesús

 -¡Salgan a buscar la Estrella! ¡Salgan a buscar la Estrella!- Eran las palabras de mi madre minutos después del brindis navideño, para que los niños saliéramos, y ella pudiera colocar los regalos bajo el árbol. Aún recuerdo la ilusión con la que miraba el cielo esperando ver una estrella fugaz, o tal vez, una estrella gigante y resplandeciente. Jamás hubiese imaginado que esa misma ilusión infantil, nunca abandonada, me llevaría a la búsqueda real de la Estrella de Jesús.

Como te conté en mi publicación anterior (Nacimiento… de un Rey??), Jesús nació el 27 de septiembre del año 6 de nuestra era en Nazaret (Galilea). Para validar la fecha que yo estaba proponiendo, era necesario encontrar la Estrella de Jesús, de otro modo, dejaba margen para su desacreditación.

En todo este camino que realicé buscando la Estrella, tuve que aprender un poco sobre esos puntitos luminosos que adornan el cielo nocturno. Para lo cual varios astrónomos me enseñaron cosas sobre el cielo. Mi teoría sobre la Estrella de Jesús era afín a la teoría propuesta por el astrónomo Michael Molnar respecto al fenómeno orto helíaco. El orto helíaco de una estrella es su primera aparición por el horizonte este después de su período de invisibilidad; observado minutos antes del amanecer. Éste era un signo de realeza, como lo dijo el emperador Augusto, quien incluso hizo acuñar monedas con el orto helíaco de su nacimiento.

Para encontrar la Estrella de Jesús tuve que aprender sobre constelaciones, planetas y mitos, asimilando las creencias de los Magos que siguieron la Estrella.

Antes de hablarte de lo que vieron los Magos, pienso que un evento celestial llamativo que pudo suceder, fue la caída de un meteorito.

Según lo que nos cuenta Lucas (Lc 2,8-9): “Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor…”

Pienso que todos en algún momento fuimos testigos, o lo vimos en televisión, del increíble resplandor que se produce cuando un meteorito atraviesa la atmosfera. Los pastores fueron cubiertos por un resplandor, y el día que nació Jesús había activas cinco tormentas de meteoritos: Delta Aurígidas, Andromédidas, Táuridas del Norte, Táuridas del Sur, y Ariétidas de Otoño.

Isaías también habla de una luz intensa en su profecía mesiánica respecto a Galilea: “El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa, los que habitaban un país de sombras se inundaron de luz.” (Is 9,1)

Demostrar la caída de un meteorito hace 2000 años es tarea imposible, a menos que se encuentren restos que puedan ser datados en esa fecha.

Ahora nos enfoquemos en lo que vieron los Magos: En primer lugar, vieron el orto helíaco de la estrella Spica (La Espiga). Para el observador común es casi imposible detectarla, pero desde la antigüedad estaba perfectamente registrada. Y, acompañando el nacimiento de Spica, se encuentra el planeta Venus (Lucifer; ¿enemigo? ¿de quién?).

La estrella Spica es la estrella más brillante de la constelación de Virgo (La Virgen). El Sol y Venus están, en ese momento, en la misma constelación. Siguiendo la tradición asiria: Assur, dios de la guerra (Sol), su compañera Ishtar, diosa de la guerra, porta un arco, de amor y fecundidad (Venus).

La Luna, en ese preciso instante, con una edad lunar de 16 días, es decir, recién está empezando a menguar, está en su perigeo. Esto quiere decir que se encuentra en la posición más cercana a la tierra, por lo que nosotros la vemos como una súper luna. Al mismo tiempo, la Luna se encuentra en la constelación de Aries: el “cordero”.

También podemos observar a Júpiter que reposa en la constelación Piscis. Júpiter era Marduk para los babilonios y Zeus en la mitología griega, en definitiva, el dios más importante de los cielos. Este dios se encontraba en la constelación Piscis, y para la tradición judía los peces tenían gran significado, como la prosperidad, la fecundidad. Pero también representa la mirada protectora de Dios, ya que los ojos de los peces, al igual que los ojos de Dios, nunca se cierran. El pez, simboliza también, la reencarnación de tzadikim, que la tradición judía se refiere a ellos como “las piedras fundamentales del mundo”.

En ese mismo cielo, podemos ver también a Marte, conocido como el dios de la guerra, o el derramamiento de sangre por su color rojizo. Marte se encuentra en la constelación Cáncer. (el cangrejo). Cáncer, para los babilonios, caldeos y los primeros griegos, era la “puerta de los hombres” a través de ella las almas descendían a los humanos. Para los romanos era un pesebre (cúmulo del Pesebre (M44)) en el que comían dos asnos ( Asellus Borealis, y Asellus Australis).

Tal vez te llame la atención a qué se debe que todos los dioses que marcan el nacimiento de Jesús estén relacionados con la guerra. El Mesías descendiente del Patriarca José, el Mesías sufriente, los judíos creían que traería guerra, pero nadie imaginó que ese Mesías no sería un guerrero.

Pero aún nos falta hablar de un planeta que estuvo presente, de manera significativa en el nacimiento de Jesús: Saturno.

Saturno se encontraba dentro de la constelación de Virgo, a la altura del cuello de la Virgen, como dijo Propercio: “Saturno que amenaza cualquier cabeza”. Saturno decapitó a Ganesha con la mirada en la leyenda védica; en la mitología griega es Cronos que se devora a sus hijos. Para los egipcios, Saturno es Vulcano, para los babilonios Tamuz, y Moloch o Baal para los druidas. Más allá de los nombres recibidos, o el mito que represente, a Saturno se lo relacionó con el sacrificio de niños en todas las culturas.

Con lo expuesto anteriormente, es que te voy conduciendo al día del sacrificio de los inocentes ordenado por Herodes (Herodes Antipas, gobernador de Galilea).

En Mateo 2,2 donde los Magos interrogan a Herodes al llegar a Judea (este diálogo sucedió en Galilea, con Herodes Antipas): «-¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella en el oriente y vinimos a adorarle.»

Los Reyes Magos, venían de oriente, y muy posiblemente hayan sido caldeos (como dijo Celso, filósofo del siglo II). De las posibles rutas que debieron hacer para llegar a adorar al niño, tuvieron que recorrer entre 1500 y 2000 km. En el año 2000, un grupo simuló una expedición en camello en la que recorrieron 1600 km, y les tomó 83 días llegar.

Lo que pude aprender en este recorrido por los cielos, es que los Magos vieron el mismo cielo que se vio en Nazaret cuando Jesús nació. Por lo tanto, vieron un cielo cuando Jesús nació, y otro, tres meses después, cuando llegaron a adorar al Niño.

Posiblemente, la llegada de los Magos a Galilea, cuando interrogaron a Herodes, haya estado marcado por el cielo del 19 de Diciembre del año 6. En este cielo se observa en Tauro una conjunción de la Luna y la estrella Aldebarán, de hecho, la Luna está eclipsando la estrella. El astrónomo persa Al Biruni citaba Al Fanik (“camello semental”), Al Fatik (“camello gordo”) y Al Muhdij (“camello hembra”) como nombres indígenas árabes para Aldebarán. Ahora sabes de dónde viene la tradición de tres Magos montados en camellos, cuya información y nombres de los mismos se extrajo de evangelios apócrifos.

El cielo del 25 de Diciembre del año 6, el día del “nacimiento del sol invictus”, cuando, seguramente, los Magos encontraron al Niño para adorarlo. La estrella Spica asomaba por el este en un cielo nocturno, con un Saturno que continuaba asechando. En la constelación Leo, apareció la señal que los Magos vieron: una conjunción entre la Luna, Marte y la estrella Régulo (“el pequeño Rey”).

Te recuerdo que al momento de nacer Jesús, Marte estaba junto al cúmulo “El pesebre”, ahora Marte les señala cuál es el “Pequeño Rey”. La Luna jugó un papel fundamental, en todo momento, pues señala que es un israelita, ya que representa el pueblo judío.

Con todo lo expuesto anteriormente, podemos concluir que:

  • Jesús nació el 27 de Septiembre del año 6.
  • El 25 de Diciembre del año 6, fue el día que los Magos adoraron al Niño Jesús.
  • La matanza de los inocentes, pudo haberse efectuado entre el 19 y 24 de Diciembre del año 6, ordenada por Antipas, coincidiendo con Saturnalia.

Sí; la estrella Spica marcó la realeza del Nacimiento de Jesús, aunque, al unísono, el cielo entero habló de este grandioso Rey.

Si quieres leer con más detalle este tema, en la bio de mi Instagram (https://www.instagram.com/carolina.carbonell/)  encontrarás mi libro “La Intérprete”, que puedes descargar gratuitamente.