Los mensajes de los sabios.

A lo largo de la historia, la humanidad ha recibido ayuda del plano espiritual. Esto ha sido a través de seres más avanzados que el resto, avatares que han servido de ayuda para nuestra evolución. Estos mensajes de los sabios eran precisos, sencillos con la finalidad de poder llevarlos a la práctica.

¿Quiénes eran?

¿Quiénes eran? Hagamos un viaje hasta los siglos III y IV antes de Cristo, donde nos encontramos con dos avatares nacidos en la India Budha y Krishna. En China alrededor del siglo V nació otro sabio filósofo importante, Confucio. Más adelante diversos emperadores se inspiraron en él para organizar la sociedad china. También vinieron el profeta Mahoma y Jesús con mensajes para la humanidad.

¿Para qué vinieron?

Está claro que eran seres más evolucionados que el resto, con un nivel de conciencia más elevado. Gracias a eso y a las experiencias que tuvieron en la vida se han convertido en grandes guías para un buen número de personas. Vinieron con unos mensajes muy claros y precisos para el avance de la humanidad.

Religión y Espiritualidad.

Hay que hacer una clara distinción entre religión y espiritualidad. La religión está creada por el hombre que a través de manipular y cambiar la historia ha conseguido dividir y separar a toda la humanidad. Hay que saber que la iglesia comenzó siendo reencarnacionista hasta el siglo VI, que el Papa Constantino I lo cambió y dejó de serlo. La espiritualidad habla de nuestra esencia, de la vida después de la vida, de nuestra experiencia en cuerpos físicos para aprender, amar y pasar a lo siguiente.

Seguimos evolucionando.

Vemos que siempre a lo largo de nuestra evolución hemos recibido apoyo desde el plano espiritual. Grandes maestros mandados desde arriba, los mensajes de los sabios que han contribuido y ayudado a que tengamos más conocimiento, seguir su ejemplo y a que podamos llevarlos a la práctica. Sólo el conocimiento integrado nos sirve para pasar de «curso», la teoría llevada a la práctica y superada es el camino correcto para una rápida evolución.

Amaya Rivas Rodríguez