Cuando practicas yoga tienes que prestarle una atención especial a tu eje central. A nivel físico, éste podría ser considerado tu columna vertebral, coraza protectora de la medula espinal. Pero a un nivel más sutil, estaríamos hablando de uno de tus principales nadis o canales energéticos, Sushumna. ¿Me acompañas a recorrer este último?
Nadis y Chakras
Los nadis son los canales energéticos que recorren tu cuerpo. Son unos 72.000 canales que se ramifican para transportar el prana o energía vital por todo tu ser. En este sistema energético podemos distinguir tres canales principales: Sushumna, Ida y Píngala.
Sushumna es considerado el canal central, que parte del primer chakra, situado en la base de la columna, hasta la cúspide de la cabeza, sede del séptimo chakra. En su recorrido se conecta también con los cinco chakras restantes. Una parte importante de la práctica de yoga es atraer y dirigir la energía a este canal central.
Ida, portador de la energía lunar, parte del lado izquierdo del chakra raíz y llega al orificio nasal izquierdo. Píngala, portador de la energía solar, parte del lado derecho del chakra raíz y llega al orificio nasal derecho. En su recorrido, ambos canales acompañan a Sushumna de forma helicoidal, entrecruzándose en cada chakra hasta llegar a las fosas nasales.
Los chakras son centros de intercambio energético situados a lo lardo de Sushumna, el canal central. Son siete:
- Muladhara o Chakra Raíz
- Swadisthana o Chakra Sacro
- Manipura o Chakra Plexo Solar
- Anahata o Chakra Corazón
- Vishudda o Chakra Garganta
- Ajna o Chakra Tercer Ojo
- Sahasrara o Chakra Coronilla
Tu eje central
A continuación te invito a que te sientes y así podamos recorrer juntos tu eje central….
Comienza sintiendo la base de tu postura, donde se produce la conexión con tu tierra y el enraizamiento necesario para mantenerte cómodo y estable en todo momento. Gracias a esa unión tu tierra produce un empuje desde tu base hacia arriba para que puedas mantener rectos tu espalda, tu cuello, tu cuerpo en general. En esa base se encuentran la parte baja de tu columna y el suelo pélvico, dos estructuras fundamentales en tu práctica y en tu vida.
Dirige tu atención ahora un poco más arriba, a la zona del sacro. Lugar donde confluyen varias fuerzas: la fuerza de la conexión con tu tierra, la fuerza de tu fuego interno localizado en la zona abdominal y una pequeña fuerza que proviene de tu respiración y de su movimiento. Céntrate más plenamente en esa zona y no te será difícil comenzar a sentir el ligero calor que se produce gracias a la unión de esas tres fuerzas.
Sube a tu abdomen, donde tienes que sentir el principal movimiento de tu respiración abdominal. Aunque la respiración se produce en cada célula de tu cuerpo, es en ese punto donde notas como con cada inhalación tu abdomen sube, y como con cada exhalación tu abdomen baja. Simplemente observa ese movimiento, no intentes modificarlo, no intentes alterarlo; siéntelo y muéstrale tu gratitud a tu respiración, función vital que, sin muchas veces ser consciente de ello, tu cuerpo está realizando por ti cada segundo de tu vida.
Llega ahora a la zona de tu pecho, hogar de tu corazón. Ahí residen todas tus emociones, todos tus sentimientos, queriendo salir con cada latido para poder ser libres. No se lo impidas, siente cada latido a corazón abierto, dejando que las emociones recorran cada punto de tu cuerpo y que salgan al exterior en forma de sonrisa o como la carne de gallina que recorre cada centímetro de tu piel.
Tu atención se dirige ahora a tu garganta, donde se acumulan muchas palabras por no dejarlas salir. Palabras bonitas, de apoyo, de empatía, de amor, de gratitud, de felicitación; palabras que, por muy simples que te parezcan, pueden arreglarle el día, o incluso la vida, a mucha gente de la que te rodea. Las palabras más feas, esas que usas para quejarte, para criticar, para ofender, mándalas directamente a tu fuego y que ardan ahí, ¿para qué dejarlas salir?
Céntrate en tu entrecejo, tus pensamientos no paran de moverse, de ir de un lado a otro. Está bien, sabes que ese es su lugar. No los juzgues, no intentes controlarlos. Simplemente obsérvalos, déjalos estar, no les prestes más atención de la que merecen en este momento y vuelve a centrarte en ti. Tu mente quiere mantenerse en calma, sintiendo cada respiración, disfrutando plenamente de cada sensación que se produce en todo tu cuerpo. Vuelve a ti y respira….
Por último sube a la zona de tu coronilla, donde se produce la conexión con tu cielo. Tu tierra, en tu base, y tu cielo, en la cúspide de tu cabeza, se conectan de una forma sutil pero de gran fuerza. Visualiza como se comienza a dibujar una línea perfecta que une tu cóccix con tu coronilla, sintiendo como tu eje central se mantiene recto, creciendo sin parar, brillando a plena luz.
Bandhas
Para terminar quiero hablarte brevemente de los bandhas, cierres energéticos que van a ayudarte en tu práctica de yoga a evitar que tu energía se disperse, redirigiéndola a Sushumna, tu eje central, para así evitar pérdidas de energía. La activación de tus bandhas se realiza con una suave y ligera contracción de determinadas zonas de tu cuerpo; dicha activación no debe suponer en ningún momento un obstáculo a tu respiración, tienes que sentirla siempre fluir de forma natural.
En cuanto a las prácticas de yoga más dinámicas, en las que es recomendable mantenerlos activos en todas las posturas y vinyasas, nos encontramos con tres bandhas: Mula Bandha, ligera activación del suelo pélvico; Uddiyana Bandha, suave contracción del abdomen hacia atrás y hacia arriba; y Jalandhara Bandha, en tu garganta, mantén tu nuca siempre bien alargada, llevando tu mentón ligeramente hacia dentro.
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