El poder de la mente en general, y en particular sobre el cuerpo, es remarcable. Muchos estudios, desde diversos campos del conocimiento, de la ciencia hasta la filosofía, han dado cuenta de ello.

 La clave de ese poder temible de la mente radica en la intención del sujeto pensante y sintiente. Una intención que puede ser tanto consciente (autodecidida o Sankalpa), como inconsciente (desconocida por el sujeto). Construida entonces a partir de la voluntad libre, preestablecida y definida del sujeto, o incluso resultado indeseado de temores, prejuicios o manipulaciones.

 En tal sentido ya hemos tenido ocasión de presentar algunas reflexiones acerca del efecto “placebo[1], que asocia ese poder de la mente al mejoramiento del sistema inmunológico, aumentando las fuerzas energéticas autocurativas de la persona, en beneficio de la salud y del bienestar físico y emocional.

 ¿Pero, sabían amigos lectores que también existe un efecto “nocebo”?

La mente, con su reconocido y formidable poder, es capaz no solamente de llevarnos por el sendero de la sanación, sino que igualmente, por el contrario, es susceptible de lanzarnos por un despeñadero, enfermándonos y llegando incluso a matarnos.

Ese poder mental es de ese modo comparable a una herramienta o instrumento el cual, obviamente no es en sí bueno ni malo, pues es el uso que se le de, asociado a una intención, lo que determinará su casuística condición benigna o maligna. Por ejemplo, el mismo cuchillo puede fungir como herramienta para cortar los alimentos, o como arma para quitar la vida de alguien.

De esta forma, el poder de la mente puede servir como vehículo para la sanación, cuando va de la mano con una intención de cura, de agradecimiento y de amor por la vida; pero también puede funcionar como un arma autodestructiva, cuando la intención se contamina con la desesperanza, la negación, la fatiga, la depresión…

En este orden de ideas, “nocebo” es el alter-ego de “placebo”.

Por tanto, “nocebo” “es un adjetivo que se usa para calificar a las respuestas o reacciones dañinas, desagradables e indeseables que manifiesta un sujeto al administrarle un compuesto farmacológicamente inerte, de tal manera que las respuestas orgánicas del sujeto no fueron generadas químicamente (como resultado directo de la acción del fármaco), sino más bien como consecuencia de las expectativas pesimistas propias del sujeto al pensar que el fármaco le causaría efectos dañinos, dolorosos y desagradables[2]. O también, es el “Efecto de una sustancia o tratamiento que quizás causen efectos dañinos o empeore los síntomas porque el paciente piensa o cree que se pueden presentar o espera que se presenten. Por ejemplo, en un ensayo clínico, los pacientes que no reciben un tratamiento activo pero que se les dice cuáles son los posibles efectos secundarios del tratamiento activo, a veces tienen los mismos efectos secundarios que los pacientes que reciben el tratamiento activo solo porque esperan tenerlos[3].

Este efecto es tan grave, que hemos sabido de una persona sobre los 50 años, a quien un médico le diagnosticó cáncer de páncreas, con un pronóstico vital de pocos meses de vida. Esta persona y su familia estaban anonadadas al respecto, pues jamás había fumado y no había tenido una vida disipada en sentido alguno. Lo cierto es que, tal como actor fielmente apegado al guion de la obra que le toca interpretar, sumida en el temor y convencida de su enfermedad, comenzó a desarrollar toda la sintomatología que el médico e internet le anunciaban al respecto, al grado de llegar a fallecer.

Empero, tras un estudio posterior a su deceso se determinó que no tenía, ni había tenido cáncer alguno. Simplemente se convenció de que lo tenía y su mente fue haciendo aparecer en su cuerpo todo lo necesario…para morir.

La verdad es que el efecto “nocebo” es de cuidado, y si alguien es influenciable o es susceptible de padecerlo, es recomendable que no se le informe acerca de los efectos secundarios de algún tratamiento terapéutico o de la ingesta de algún medicamento, por ejemplo, tras la lectura de la información que viene dentro de las cajas respectivas, pues es común que uno a uno vayan apareciendo todos o algunos de los síntomas o estados anunciados.

Es bueno advertir, sin embargo, que no estamos hablando de hipocondría, que es un trastorno psiquiátrico que incide en que la persona crea que padece una enfermedad grave o que viva en la angustia de contraerla.

Digamos que “nocebo” no es un trastorno psiquiátrico, pero sí es un tema de actitud ante la vida, que llevado a extremos puede matar o enfermar de gravedad. Sólo que la persona es capaz de tomar conciencia de que lo padece y asumir cartas en el asunto, cambiando de actitud, sonriendo más y viviendo en la gratitud.

Se trata de materializar aquello de “al mal tiempo buena cara”; y si hay buen tiempo, pues buena cara también. Vivamos cada instante, cualquiera sea la circunstancia que nos rodee, con buena cara, con una sonrisa y mirada agradecida y esperanzada. Incluso si estamos enfermos, agradezcamos por estar vivos y sonriamos.

Es normal y común que estimemos que la sonrisa es el resultado de un buen sentir o de un bien estar, y ello es correcto. Pero; no solo es resultado, sino que también puede ser causa; es decir, que del hecho de sonreír puede derivar ese buen sentir y aquel bien estar.

Los amantes de la ciencia e igualmente los empíricos han ya demostrado y enumerado los múltiples efectos positivos que tiene el simple hecho de sonreír, incluso sin motivo aparente… Aunque el solo hecho de vivir y estar bien, o de querer vivir y estar bien, o mejor, es mas que suficiente como motivo. De hecho, cuando sonríes el cerebro lo detecta y de inmediato comienza a funcionar creando las bases necesarias para una sensación global de felicidad.

El simple gesto de sonreír, aunque no haya pasado nada especial “psicosocialmente” explicable, mejora el funcionamiento del sistema nervioso, estimulando la liberación de neurotransmisores por la glándula pituitaria, como la serotonina, la dopamina y la endorfina, que son consideradas como “las hormonas de la felicidad”. Estas hormonas inducen o motivan la acción y la actitud hacia la creatividad, el optimismo, la esperanza, y reducen el cortisol, que es “la hormona del estrés”.

Por su parte, específicamente, las endorfinas estimulan el buen funcionamiento del sistema inmunológico, evitando la enfermedad o incrementando las facultades autocurativas.

Todo esto es el objeto de estudio de una rama importantísima de la medicina, como lo es la psiconeuroinmunología[4] o psiconeuroinmunoendocrinología.

De modo que lo que nunca ha de faltar en tu gabinete de medicinas e incluso en tu bolso de primeros auxilios, es una enorme y muy sentida sonrisa, pues se trata de una “terapia” muy beneficiosa: mejora el sistema inmune, fortalece el corazón, relaja los músculos, libera la tensión, alivia el dolor[5].

Esta es la razón por la cual muchos profesores de yoga sugieren a sus alumnos sonreír, sobre todo al momento de la práctica personal o en clase, pues obrando desde el amor compasivo hacia nosotros mismos, comprendiéndonos y aceptándonos en nuestras posibles limitaciones físicas, desde la observación de nuestras sensaciones y siempre sin forzar, lograremos de esa forma disfrutar la ejecución de las posturas o âsanas y secuencias que nos hayamos propuesto, sin dolores ni molestias, en el gozo de nuestro propio proceso.

Y ya que evocamos el yoga, terminemos recordando que su práctica cotidiana y vivencial, por corta que pueda ser, incide en el buen despertar de los sistemas nervioso, inmunitario y endocrino, sin olvidar los sistemas muscular, óseo, circulatorio, digestivo y respiratorio, al ser una actividad holística.

Ilustremos con la imagen mental de la postura del guerrero I (Virabhadrâsana I), efectuada cada mañana, con los brazos hacia el cielo, las piernas impulsándonos hacia el futuro con esperanza y el pecho abierto (Anahata Chakra o chakra corazón motivado y estimulando la glándula Timo protectora), todo con una sonrisa en el rostro y una intención de bienestar, empezando así un día que no puede sino ser bueno en nuestro proceso vital.

El yoga entonces exacerba el efecto placebo e inhibe el efecto nocebo.

10 minutos diarios, para comenzar un camino que se traducirá en años de buen y mejor vivir. Te invito a meditarlo.

Namasté.

Alberto Blanco-Uribe

8 Comentarios

  1. Lilo

    Gracias, querido Alberto!

    Responder
    • Alberto

      Gracias a ti, querida Lilo, por leerme

      Responder
  2. Jesus López P

    Interesante explicación. En particular para quienes no conocemos de las ventajas y beneficios de yoga.

    Responder
    • Alberto

      Hola Jesus, gracias por tu comentario. Cuenta conmigo para aclarar tus interrogantes acerca del yoga. Saludos

      Responder
  3. Ana

    Excelente artículo, el poder de la mente es increíble, para bien o para mal afecta los resultados de todas las acciones.

    Responder
  4. Alberto

    Exacto Ana, el placebo hace bien y el nocebo destruye, y ambos efectos son el resultado del poder de la mente, de la intencion puesta en un sentido o el otro. Gracias

    Responder
  5. Arnaldo González Graterol

    Hola Alberto. 100% alineado con tu artículo. No había escuchado nada sobre el término 《nocebo》, pero definitivamente resuena con todas las cosas en las que creo. Le agradezco a Elvira por enviármelo y a tí por escribirlo. Cordial saludo.

    Responder
    • Alberto

      Que gusto Arnaldo, gracias por tus comentarios. Me alegra que tengamos una comunion de creencias. Saludos a Elvira. Seguiremos escribiendo. Un abrazo

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

[1] http://websmbook.com/placebo

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_nocebo

[3] https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/nocebo

[4] “estudia la interacción entre los procesos psíquicos, el Sistema Nervioso, el Sistema Inmune y el Sistema Endocrino del cuerpo humano. Trabaja desde una perspectiva interdisciplinar que aglutina diversas especialidades: psicología, psiquiatría, medicina del comportamiento, neurociencia, fisiología, farmacología, biología molecular, enfermedades infecciosas, endocrinologia, inmunología y reumatología. La Psiconeuroinmunología pone de manifiesto la influencia de factores psicosociales sobre la respuesta inmunológica” (https://es.wikipedia.org/wiki/Psiconeuroinmunolog%C3%ADa).

[5] https://clinicalosleones.cl/beneficios-de-la-sonrisa-que-efecto-tiene-en-mi-organismo/