Escrito por Catalina Vega Rodríguez
La autoestima: cuestión de método
¿Qué me motivó a ser coach? Recuperar mi poder personal y amor propio tantas veces como fuera necesario. Si yo lograba amarme incondicionalmente y recuperar mi autoestima, sanar ese dolor que produce la sensación de insuficiencia, de seguro podría apoyar a otros a acometer esta labor.
No se trataba de vender humos, se trataba de vender eso que a mí me había funcionado y me había llevado a ser la persona que soy hoy, a pesar de los altibajos propios que trae consigo la vida y que sigo surfeando como cualquier ser humano.
Cuando le comparto a mis coachees que fui una mujer sumamente insegura y con un sentido de merecimiento no tan elevado, siempre me miran como: ¿De verdad? Y me río al ver su cara de sorpresa y les digo: ¡Es en serio! Pero, además si yo pude fortalecer mi autoestima, ¿por qué tú no?
Y es que casi siempre las personas se preguntan: ¿por qué será que soy tan insegura? O se dicen así mismas: si, qué mal, no sé qué me pasa que no logro recuperar mi autoestima o la confianza que en algún momento sentí.
Dos planteamientos comunes y poco útiles, te llevan al pasado, te remiten a los posibles, ¡Ojo!, posibles motivos, porque igual no tienes certeza absoluta de cuáles sean. Resulta mucho más útil preguntarte ¿qué podría hacer al respecto o cómo podría cambiar la percepción que tengo de mí?
Si te lo planteas así, abres un camino de posibilidades infinitas, en vez de remitirte a los hechos consumados, o a tu versión de cómo se dieron las cosas.
Por eso me atrevo a decir que la autoestima es cuestión de método, como muchas otras cosas en la vida. De cómo encaras esa carencia de amor propio – si te sientas a darlo como hecho consumado y de paso tenerte lástima- o -lo ves como un rasgo más de una persona en permanente construcción, para quien fortalecer su autoestima puede ser algo a trabajar como entrenar su voz para cantar, o el físico para correr una carrera, o el dominio de un segundo idioma.
Si tomas acción al respecto puedes cambiar el curso de los acontecimientos, la manera como te ves y te ven; si te quejas, así te quedas.
A continuación, te regalo una larga lista de cosas que a mí me funcionaron:
1. Afirmaciones positivas en las mañanas, decirme al despertar cada mañana: “yo me amo incondicionalmente”. Parece una tontería, pero decírtelo es poderosísimo.
2. Preguntarme para qué hacía las cosas o qué me motivaba a hacerlas, para trascender la inquietud de si los demás verían con buenos o malos ojos lo que yo estaba haciendo.
3. Preguntarme qué quería hacer con mi vida y hacerlo, así sin más, cumplirme. Ir tras de lo que yo quería para mí.
4. Cuidar de mi apariencia todos los días, no importa que no me viera con nadie, que no saliera de mi casa, si me miraba al espejo quería gustarme.
5. Hacer ejercicio, si no me sentía con el cuerpo perfecto (¿quién dice qué es lo que es perfecto?), pero entrenaba, sabía que cada día estaba más cerca de tener la figura anhelada o combatía la posibilidad de deteriorar la que ya tenía, jajajajaja porque valga decir que, todo es susceptible de empeorar.
6. Comprometerme a hacer en mi día a día cosas que me gustaran y me hicieran feliz, si podía proveerme de dicha y alegría, podía sentirme a gusto conmigo.
7. Aceptar los halagos, palabras de aliento, detalles y regalos que la gente tuviera para conmigo. Si ellos lo decían por algo sería.
8. Así mismo, hacer mi mejor esfuerzo por sepultar cada expresión maluca, cada palabra desalentadora que hubiera recibido en mi niñez, adolescencia, adultez o en el día a día. Es decir, practicar la escucha y la memoria selectiva.
9. Por último y no menos importante, hacer mi mejor, mejor esfuerzo, para que ¡me importara un chorizo!, así de simple, que muchas de las cosas del día a día me resbalaran o no me restaran ni mi atención, ni mi energía, porque todo pasa. Y en esta última me sigo entrenando, porque no van a creer que me resulta sencilla.
Te dejé 9 opciones y estoy completamente segura que tu encontrarás otras muchas. La tarea primordial: preguntarte cuáles podrían ser de ayuda para ti.
Te doy la # 10 y para mí la fundamental, la autoestima se entrena y requiere entrenarse todos los días de la vida. Simple, la autoestima es cuestión de método. Así que ¡a remangarse!
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